El Juego que Todos Jugamos Parte III


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1. El origen del juego es falta de amor.
2. Se requiere vivir un vacío existencial activo con su falta de amor interior para iniciar el juego; ya sea iniciarlo como víctima, como perpetrador o como salvador.
3. Siempre quien inicia el juego necesita tentar a otras personas para arrancar el juego formalmente y por el tiempo que sea necesario, para así sentirse unida a una persona, unida a través del juego aunque sea.
4. El juego puede iniciar con el más mínimo o sutil comentario, incluso con una mera actitud o leve mirada, siempre y cuando haya otro que quiera jugar.
5. El tiempo del juego es indefinido. Desde unos cuantos minutos hasta toda la vida.
6. El juego debe producir dolor, en cualquiera de sus manifestaciones, tanto emocionales como físicas. De hecho, así está diseñada la logística del juego.
7. Si se ha decidido ser un jugador formal y constante, el juego no se acaba nunca, ni con la muerte de uno de los participantes, ya que de inmediato se puede elegir otro jugador o incluso se puede jugar con la memoria del fallecido.
8. Una vez que se elige un papel en el juego (Víctima, Perpetrador o Salvador), se puede cambiar a otro papel en cualquier momento y a voluntad, para continuar jugando todo el tiempo.
9. Con la práctica y la habilidad aprendida para jugar, se pueden jugar varios de estos
a la vez.
10. Si el juego (o los juegos) parece que se acerca a su final, se pueden volver a intercambiar los papeles para que el juego continúe o se puede iniciar otro juego con nuevos participantes.
11. El juego lo puedes jugar consciente o inconscientemente.
12. En este juego nadie puede ganar nunca.

Pues bien, estas son las reglas del juego que todos jugamos cuando así lo elegimos. Creo que es valioso habértelas nombrado y quizá te haya puesto a pensar profundamente. Ojalá así sea. Se trata de salir del juego. Ahora bien, ¿te gustaría que te diera trascendentes recomendaciones para no jugar este juego? ¿Sí? Pues anota en tu corazón la más poderosa recomendación que te doy: 

1. Elige no jugar. Punto. 
Es todo. No hay más trascendentes ni más poderosas recomendaciones para salir del dolor en cualquiera de sus variantes. Te daré algunas otras como "plus", como valor agregado: 
- Reconoce qué papel juegas mejor: víctima, perpetrador o salvador. El simple  hecho de que hoy, con Nueva Conciencia, reconozcas tu papel preferido, puede debilitar su aparición. 
-Reconoce, con lo que has aprendido hoy, la apabullante y enorme cantidad de ocasiones en un día que tienes para jugar. Vas a recibir miles de invitaciones en un solo día. Varias de ellas las podrás hacer tú. Darte cuenta de esto gracias a Nueva Conciencia, también puede generar un menor interés en jugar. 
- Reconoce que cuando sientes que te falta amor, tienes ganas de jugar. Darte  cuenta de esto quizá ayude a que en lugar de jugar, elijas amor. -Reconoce que cuando falta sentido en tu vida, tienes ganas de jugar. Darte cuenta  de esto puede ayudarte a buscar sentido en lugar de jugar. 
- Reconoce que cuando viste el juego muchas veces en tu casa, te dan ganas de jugar ya como experto. Darte cuenta de esto puede invitarte a saber que existe la  opción de una Nueva Conciencia donde puedes hacer cosas que no viste en tu  casa. -Aprende que cuando permites que Dios esté dentro de ti, pierdes el interés en jugar. 

Estas son algunas recomendaciones que me surgieron darte ahora. Créeme que si alcanzaste a leer hasta aquí, tu vida ha cambiado en este momento. Ya te diste cuenta de que existe un juego y eso ya es gran motivo de cambio. Y quizá ya te diste cuenta de que lo juegas. Eso es otro motivo de cambio y más poderoso aún. Hacer conciencia de que existe un error es el primer paso para tener la posibilidad de eliminarlo. 


Mi más sincero deseo es que este conocimiento mostrado en mi versión, te sirva para seguir en el apasionante subir tu autoestima y alcances una nueva conciencia. Para que entiendas que sin jugar el TD, es como es nuestro estado natural de ser. Lo normal es estar bien. Y solo cuando eliges jugar es cuando empiezas a sentirte mal. Quizá, cuando pases más y más tiempo sin jugar, descubras una impresionante verdad: no hay que decir nada. Nada. Es cuando comprendes que un poderoso origen de la paz interior es la aceptación. 

Todo está bien. Y si no te sientes bien, acepta que las cosas suceden como suceden y simplemente aléjate de aquella persona o circunstancia que te afecta. Pero nada más. Sin decir nada, sin de hacer alharacas, sin quejarse (eso es aceptación). Simplemente retirarse y seguir tu propio camino de amor. Pronto sabrás el porqué de tantas frases mías que gravitan sobre este concepto de no jugar. Pronto sabrás que ni frases hay que decir. Pronto sabrás que en el silencio hay total ausencia de este juego. Pronto sabrás que hay un silencio tal en donde ni tú ya te dices nada a ti mismo. Nada. Ese lugar existe. Esa paz existe. Ahí se suele uno encontrar con Dios y créeme que es infinita fuente de 


Emoción por existir.



Del Taller de Autoestima Volumén 1 de Juan Carlos Fernández