"Un hombre feliz es un bien común. " - George Chapman
"No lo sé, no tengo ni idea", es la más fortificante respuesta que suelo dar cada vez que alguien me pregunta acerca de alguna nueva mala noticia. Nada ni nadie puede afectarnos a menos que le prestemos nuestra atención y en ello fijemos el pensamiento. Debe quedar claro que ésta no es una postura de mera evasión, sino más bien de una inteligente manifestación de ser humano, de "poder elegir" en dónde fijar nuestra mente, y así experimentar las consecuencias de esa elección.
Existen tantas y tantas noticias que nos llegan diariamente, pero aun en medio de ese bombardeo conservamos ineludible nuestro privilegio de elegir fijarnos en ellas o no. Usé la palabra "fijamos" porque efectivamente así ocurre cuando una persona no habla más que de lo mismo una y otra vez, se fija a eso. Tal parece que no tiene otro tema de conversación. ¿Te has topado con personas cuya conversación no es más que la mera repetición de los noticieros, o de los titulares de .los diarios o las reflexiones de algún periodista? Hay quienes jamás abordan algún tema de orden superior, o información relativa al arte de ser persona. ¡Tan poca gente lee literatura que enriquezca el espíritu! Y a veces se preguntan por qué se sienten mal, por qué se sienten amenazadas por la sociedad, cuando ellas mismas se convierten en amenaza al hacerse eco de las malas noticias y de la violencia.
Desde siempre las notas roja y amarilla son lo que más se vende, todo mundo lo sabe; pero es sorprendente que hasta la fecha todavía no se tome conciencia de lo nocivo que puede ser alimentarse con ese tipo de información. Y miles y miles de personas siguen cayendo en sus redes. Pero hoy levanto mi voz muy en alto para invitar al mundo hacia una Nueva Conciencia de los hechos, para persuadir a la gente de adoptar otro enfoque de la vida, y es que siempre hay otra opción, para invitarte a que elijas vivir más dignamente y selecciones con qué alimentar tu espíritu. Éste es un buen momento para elegir cultivarte de manera positiva y no tan sólo informarte con lo que sea. Puedes elegir entre ver un programa de televisión donde se favorezca tu ansiedad y preocupación, o leer un buen libro para tu desarrollo interior. La elección la tienes tú, ¡siempre! Tú eliges ignorar lo malo, lo negativo o lo deprimente, y por sobre ello favorecer el conocimiento acerca del bien, la verdad y la belleza.
Debo hacer una enfática aclaración: no propongo darle las espaldas a la realidad ni asumir la cómoda postura de no enterarse lo que ocurre. La propuesta es conservar la capacidad de elegir lo digno y no favorecer el crecimiento de la violencia intelectual que irrumpe en nuestros hogares.
Toma nota de esto: una noticia tendrá vida tanto cuanto quien la escucha ponga atención en ella, no más de esa medida. De tal suerte que si a ti o a mí nos indigna alguna noticia, pues precisamente en nosotros está el que siga creciendo o desaparezca. Todo está en nosotros. El poder de cambiar la trayectoria de una noticia no está en ella, sino en nosotros. Niégate a ser partícipe de lo negativo, porque subsiste a base de fijar la atención en él. La Física cuántica nos demuestra que lo observado se altera profundamente por quien observa. ¡Si los medios de comunicación se dieran cabal cuenta de esto y su interés por incrementar las ventas fuera rebasado por su más auténtico interés en el bien común, ellos serían el primer gran y poderoso filtro para no permitir que más mentes se alteraran con la fuerza de una mala noticia o una nota violenta! Pero me queda la duda: ¿dónde empieza este círculo vicioso, en el que vende o en el que compra? Si no existen suficientes compradores, el producto tiene que cambiar. Por eso afirmo que la solución es una Nueva Conciencia de los hechos.
“A nadie la va mal durante mucho tiempo sin que él mismo tenga la culpa.”- Michel Eyquen De Montaigne
Como les comente en el capítulo anterior, en la Ciudad donde vivo, formamos un grupo llamado Co-crea (Comunidades de Crecimiento y Amistad) para examinar cada quince días temas de superación personal; todos aportan algo bueno, digno, noble y honorable en el arte de ser persona. Durante una cena luego de una sesión con este grupo, mi acompañante dijo casi al llegar: ¿No te has enterado?, refiriéndose a la noticia efervescente del momento. Respondí que no y le pregunté a mi vez si le interesaba hablar de ello o más bien de lo que nos competía como objetivo de nuestro encuentro; y en un intento por querer comentar el asunto, añadió: "¿pues dónde andas?, ¿en qué mundo vives?" "En el mío -contesté-en una reunión donde hablábamos de vivir el momento, de los testimonios de gente que ha cambiado su vida a través de una Nueva Conciencia, y que quiere contagiar a sus familiares y amigos de su entusiasmo por el arte de crecer como persona. Estábamos creando planes para ayudar a más gente pobre y auxiliar a los enfermos. Ambos quedamos en silencio unos momentos. Después le pregunté si quería saber detalles al respecto. Escuché un lógico sí. Nuestra cena se acompañó de un exquisito vino y una buena ración de nutritivo alimento espiritual. La elección del menú estuvo en nosotros.
Ese mismo día me regalaron un libro maravilloso, una compilación de entrevistas realizadas hace más de sesenta años a Carl Gustav Jung. Encontré un tema enormemente afín entre las ideas de "este gran sabio de la psicología humana y los postulados de Nueva Conciencia: el problema psicológico de hoy es un problema espiritual, más que de otra índole. El hombre actual; tal cual lo veo en mi consulta y en los comentarios que escucho en mi trabajo, está hambriento y sediento de una relación segura con las fuerzas psíquicas que hay en su interior. Tal vez por eso el gran éxito de tantos movimientos espirituales.
El hombre necesita asirse de algo para poder seguir adelante. Sin embargo, debido a las dificultades del mundo moderno, vivimos una época marcada por el derrumbe de grandes ideologías y tradiciones; el hombre se encuentra más solo que nunca. Ya no existe un orden social y religioso que lo guiaba y que, de cierta manera lo ayudaba a vivir.
Por consecuencia, esta situación se engancha a una existencia problemática, a una existencia interminable de preguntas sobre uno mismo. La era del vació es donde todo se presenta como un problema, absolutamente todo: la salud, la comunicación, las vacaciones, los niños, el trabajo, el cuerpo, la juventud, la vejez. Todo lo que antes tenía una respuesta mano menos estable –fijada por la tradición ó la religión- ha desaparecido.
Vivimos en una sociedad traumática donde constantemente se nos pide que cambiemos, que perfeccionemos lo que ya existe, esto en el fondo tiene la finalidad de estimular el consumo. De este modo el hombre moderno esta desgarrado entre sus deseos y la realidad que lo hiere en lo más profundo.
Su conciencia carece de la relación con el terreno espiritual de su ser. Esta carencia es lo que convierte al hombre actual en alguien neurótico, enfermo, atemorizado. Los sucesos de la vida le han hecho creer que no hay Dios, y todo se reduce a esta cuestión.
Del Taller de Autoestima Volumén 1 de Juan Carlos Fernández