"Donde la fuerza oprime, la ley se quiebra." -Mato Alemán escritor español
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¿Le ha sucedido a usted que alguna vez se siente coaccionado en su vida por otra persona? ¿Le han chantajeado con el método del "te doy te quito, depende de ti"? ¿Alguna vez se ha sentido atado a alguien y no sabe cómo quitarse esa atadura? O peor aún, ¿Se ha sentido sujetado, amarrado, encadenado o cohibido por alguien y aunque se dé cuenta de ello prefiere no soltarse por temor a algo peor? Pues bien, si su respuesta es afirmativa sea usted bienvenido al mundo de los interminables conflictos de relación sustentados en el sufrimiento.
No piense que mi postura en este capítulo es dramática. No. Es cierta. Cuando usted se siente "obligado" a permanecer en algún lugar, cuando usted se siente 'forzado" a estar con alguien o a permanecer con alguna postura y actitud determinada, esa "obligación" hace desaparecer toda espontaneidad y franca autenticidad de sentimientos. Así, esa falta de sinceridad empieza a distanciar a grandes amigos, separa a muchas parejas, aleja a varios empleados de sus jefes. Esa falta de sinceridad es la lógica consecuencia de perder nuestra libertad, que es inherente al género humano, al "obligamos" a actuar de determinada manera, y esto a su vez, resulta por la falta de una emancipación emocional.
Pienso que la falta de emancipación emocional se refleja en distintas situaciones como las que enlisto a continuación:
. Temor al "qué dirán" y así no poder ser auténticos de identidad.
. Dificultad para "salir de casa" y trabajar fuera.
. Lograr independizarse de papá o mamá (¿miedo a crecer?).
. Temor por trabajar en un lugar que esté lejos de "casita y papitos".
. Aprietos para dejar a ese amigo a costa de no poder seguir creciendo.
. Apuros para no disgustarse con la pareja que tanto exige.
. Impedimentos para divorciarse aun a sabiendas de que la relación ya no funciona definitivamente.
. Conflictos de pareja al no poder viajar solos sino hasta que la abuelita, suegra, u otro familiar dé su aprobación al disminuir el chantaje.
Creo que usted ya sabe a qué me refiero. Mire, todas las situaciones arriba mencionadas tienen un común denominador: impiden el crecimiento de la persona. Ésa fue la gran lección que aprendí aquella noche. Incluso hoy en día sigo consternado por esa dura lección en mi vida, y digo dura porque me ha hecho pensar no solamente en que yo sea limitado por alguien mediante mi falta de emancipación emocional, sino peor aún, a cuántas personas podré estar limitando yo mismo ahora. Le confieso que tan sólo de pensarlo me siento mal conmigo mismo. Sobre todo porque ya me lo han hecho ver y no lo había querido aceptar. Los líderes corremos este riesgo. Si nos molesta que alguien nos ponga límites a través de sus chantajes, también hay que tener mucho cuidado de no convertimos nosotros mismos a la vez, en un límite para el crecimiento de otra persona (¡y sin damos cuenta!).
"Todo acto forzoso, se vuelve desagradable" - Aristóteles filósofo griego
Pienso que con esta perspectiva se puede afirmar que resulta ser un verdadero arte el ser padre o madre. Los papás, por amor, no llegan a darse cuenta de hasta dónde hay que dirigir Y hasta cuándo. Hace algunos días leí una frase que ahora viene a mi mente y creo que aplica muy bien con lo que estoy compartiendo con usted en este momento: "Ser padre es un arte y dejar de serio también."
¿Hasta dónde debe llegar la autoridad bien encausada? ¿Hasta cuándo se le puede dirigir a alguien para no dañar su autoestima y autosuficiencia? Si usted tiene la respuesta, le suplico que me escriba y nos la comparta. A mí, de momento, me es muy difícil responder. De hecho, me acuerdo de una pregunta que se me quedó muy grabada en mi mente de un maestro de la escuela, nos lanzó la siguiente interrogante (a manera de broma): "¿Qué tanto es tantito?"
Por otra parte, pero en la misma línea de pensamiento que estamos estudiando en esta ocasión, podemos ir más allá y se me antoja otra pregunta: ¿La desintegración familiar no se estará viendo favorecida por la mega tendencia mundial de la globalización? Los universitarios de hoy que deseen triunfar en su desempeño como profesionales en el siglo XXI tendrán que viajar por todo el mundo. Eso es definitivo. Eso es una mega tendencia de los mercados que ya está aquí. ¿Qué les espera a los nuevos profesionistas si no logran una emancipación emocional de sus padres, amigos, novia o patria? Conflictos es la respuesta.
Cuando un ser humano vive bajo chantaje emocional con frases como: "Te vamos a extrañar mucho, ojalá decidieras no irte..., no tienes necesidad de viajar tan lejos, aquí te apoyamos..., sin ti me muero..., no te alejes de tu familia, recuerda que la familia es lo más importante..., que hicimos mal para que te quieras ir lejos…., etcétera." ¿Cómo cree que se va a sentir un joven así, una persona así? Por eso me hago la reflexión de que tal parece que la globalización tiende a desintegrar el valor unión de la familia. Sobre todo, esto afecta en la cultura de nosotros los latinos, en donde hay familias estilo "pegamento". Familias en donde les cuesta mucho trabajo distanciarse (físicamente hablando) y todos quieren vivir en una misma colonia, en la misma cuadra o en el mismo fraccionamiento. Familias, amigos o costumbres de las que no se ha logrado una sana emancipación emocional. Para la gran mayoría de las personas sensibles y románticas nos es enormemente difícil lograr la emancipación. Creo que deberíamos aprender algo de aquellas personas "frías", centradas en sí mismas, aquellas a las que yo he llegado a llamar "egoístas", ya que he visto que son aquellas que no se tientan el corazón y, si les conviene y el cambio les genera un bien tan sólo a ellos, simplemente se van. Aunque también quiero proponer otra lección, pero ahora para ellos. Así como podríamos los sensibles aprender algo de los egoístas, también ellos podrían aprender de nosotros, los de "calidez humana", un poco de nuestra paz y alegría al experimentar el sublime sentido de pertenencia que da el amor de una familia. Es una dicha tener una familia y saberse perteneciente e importante para ella. Esa fortuna sólo la puede entender quien tiene una familia. Son lecciones para ambos, pero lecciones en donde queda aún la famosa interrogante: ¿Qué tanto es tantito?
Estoy seguro que detenemos un momento a pensar en nuestra dificultad para lograr emancipamos emocionalmente de algo o alguien, o para confrontamos ante la posibilidad de que nosotros mismos obstaculicemos la emancipación de otro y así limitemos su crecimiento, es un buen momento para crecer, literalmente hablando.
Sé muy bien, por propia experiencia, que la separación de alguien a quien amamos es uno de los más grandes desafíos que podemos afrontar. Y más aún si esa separación es para el bien de quien amamos, para que pueda continuar su crecimiento en la lógica evolución de su ser y su quehacer. En estos momentos, como por los que estoy pasando en estos días de mi vida, no me queda más que apoyarme en una sabia frase de Robert Southey, célebre escritor británico: "No hay distancia en el espacio ni lapso en el tiempo que pueda disminuir la amistad de aquellos cuya convicción en el mutuo valor es total".
Saber que la más profunda identidad del ser humano está en su pensamiento y rebasa los límites del tiempo y el espacio de nuestra materia, saber que la fuerza de un recuerdo puede mantener la emoción del hoy, ayudándonos a soportar la nostalgia de un distanciamiento, es una razón más para lograr conservar nuestra. . .
¡Emoción por Existir!
Del Taller de Autoestima Volumén 1 de Juan Carlos Fernández