“Millones de personas que anhelan la inmortalidad no saben que hacer una tarde de domingo lluviosa.” - Susan Ertz
Experiencias todos tenemos, pero disfrutarlas es privilegio de solo unos cuantos. ¿Qué hacen esas personas que logran disfrutar tanto? ¿Qué les caracteriza a aquellos que hasta con la más mínima, común y banal experien cia se emocionan tanto? Pues bien, hoy descubriremos la respuesta a estas interrogantes.
A decir verdad, la respuesta es un fenómeno que he investigado a profundidad y resulta en sencillos cuatro pasos, mismos que se suceden en cascada, es decir, uno te lleva a otro. De esta manera, todo inicia con:
(1°) un auténtico deseo por disfrutar una experiencia, luego, ese deseo por disfrutar te llevará a
(2°) sumergirte lo más profundo que puedas en ella, lo que te implicará
(3°) invertirle tiempo, mucho tiempo; y por último, este tiempo lo transformarás en dicha mediante tu
(4°) capacidad de concentración, que no es otra cosa más que tu decisión de querer atender a una sola cosa a la vez, no es cuestión de un talento privilegio de algunos, es capacidad de cualquier persona que realmente tiene interés en algo y nada más.
Entonces, ¿qué tanto quieres disfrutar una experiencia? Pues será el tanto que decidas profundizar en ella. ¿Qué tanto quieres profundizar? Pues implicará cuánto tiempo le quieras dedicar a la experiencia. ¿Cuánta alegría y disfrute quieres experimentar en ese tiempo? Pues dependerá de lo que decidas concentrarte única y exclusivamente en esa experiencia. Si no te concentras, pierdes el tiempo dedicado a ello, y recuerda que el paso del tiempo debe ser una conquista, no una pérdida. Punto final. No hay más secretos ni misterios para disfrutar de una experiencia.
Ahora comentaré cada paso para explicarme mejor. Como ya te lo he dicho, todo comienza con un deseo auténtico por querer disfrutar una experiencia. Ya desde este primer paso se suceden dramáticas excepciones porque me queda claro que no todos quieren disfrutar en verdad, hay gente que con nada se les da gusto, con absolutamente nada, gente que con toda premeditación prefiere sufrir la vida porque cree que para eso llegaron aquí, solo para sufrir. Son de esas personas míticas y legendarias (que en toda buena familia o empresa existen) donde si las llevas a Disneylandia se quejan por tanta gente que había ahí; si van a Cancún, se quejan de que hacía mucho calor; si hacen el amor con alguien apasionado y fogoso, se preguntan por qué anda así ahora y en pleno y sublime orgasmo les surgen ideas de infidelidad; si comen un exquisito platillo, se preocupan por la posibilidad de que algo les pueda caer mal; personas que si conversan con alguien, nunca se enteran realmente del tema conversado por estar más preocupadas en el qué dirán de ellas que del tema mismo. ¡Caramba, los ejemplos pueden ser interminables en alguien que opta por sufrir la vida! Son de esas personas que si Dios se les apareciera con Su total bondad y amor ante sus ojos, pensarían “...hum, algo ha de querer, no puede ser tanto amor así nada más porque sí”. En fin, hay de todo en esta vida y he aprendido a respetar los niveles de conciencia a los que ha decidido llegar cada quien. Hoy simplemente observo y en algunas ocasiones no me dejo de asombrar ante la deliberada, premeditada, planeada incapacidad que ciertas personas tienen para disfrutar de la vida. Por ello, te sugiero que elijas vivir con Nueva Conciencia y de esa forma desees disfrutar una experiencia cualquiera.
Luego, si ya has elegido disfrutar de una experiencia, alcanzarás a comprender que el grado de disfrute estará en relación directa a la profundidad con la que alcances a conocer dicha experiencia. ¿Quieres disfrutar de una relación? Conoce a profundidad a esa persona, ya sea para crear una pareja, para ser amigos, para lo que quieras; si quieres disfrutar de alguien, conoce a profundidad a ese alguien, conoce sus gustos más personales, descubre su mayor debilidad y fortaleza, investiga sus pasiones, sumérgete en su pasado y compártelo sin crítica alguna, solo profundiza en su pasado, conoce sus ideales y sueños por lograr, es decir, en una palabra: profundiza. ¿Quieres disfrutar de un aparato electrónico? Profundiza en sus características y bondades, conoce todas las funciones que te ofrece, investiga quién lo inventó y de qué país procede, lee todo el manual, apréndete de memoria las funciones que más te sirven, habla con quien detenga uno igual y emociónate en los hallazgos que cada uno tiene y comparte. ¿Quieres disfrutar de un libro? Profundiza en sus conceptos, consulta el diccionario si no entendiste alguna palabra, compra (y lee) los otros libros que ese mismo libro te recomienda, escribe notas y reflexiones al respecto del tema que trata tu libro, entra a páginas de Internet que se recomiendan en la lectura, visita la página de Internet del autor, conoce al autor, escríbele tú a él, investiga por qué lo escribió; si te encantó el tema, profundiza por tu parte yendo a librerías o entrando a Internet para obtener más información al respecto, asiste a seminarios o conferencias del autor.
¿Quieres disfrutar de una comida exquisita? Profundiza en la elaboración del mismo, admírate cuando sepas todo lo que sucedió para que llegara a tu mesa (esta cadena de eventos es increíble), si es posible conoce al chef o a quien lo haya preparado y pregúntale qué siente por haberlo hecho, o cuestiónalo para saber cómo lo hizo, de dónde vienen los ingredientes, qué origen en el mundo tiene ese platillo. Verás que con toda esta información te sabrá aún más exquisito. ¿Quieres disfrutar de un cuadro, de una pintura? Profundiza en el estilo, conoce e investiga al autor y su vida, aprecia más obras de él o ella, indaga cuándo fue que hizo ese cuadro, en qué época y qué lo motivó, aprende de los materiales que usó para crear la pintura. Luego de sumergirte en toda esta información, vuelve a ver el cuadro y verás lo que nunca habías visto. ¿Quieres disfrutar de un deporte o ejercicio? Profundiza en sus bondades, en los tipos que hay, conoce a un entrenador que te enseñe la fisiología y bioquímica de lo que logras en tu cuerpo con esos ejercicios, lee libros acerca de entrenamiento físico y salud. Ahí disfrutas más tu rutina y como nunca.
¿Quieres disfrutar a tu hijo o hija? Conócelo a profundidad, la más que él o ella te permitan. Investiga cuál es su afición predilecta, indaga cuáles son sus preocupaciones y ayúdale así a resolverlas, o por lo menos compréndelo entonces, sumérgete en sus prioridades y entiende qué es importante para él o ella, ve a donde te invite para que conozcas su mundo. En todos los ejemplos, afirmo que conocer profundamente es fuente de disfrute.
¿Qué si hacer todo lo anterior requiere tiempo? ¡Uy, qué brillante descubrimiento y gran conclusión! ¡Pues claro, puedes apostar a que sí y mucho! Pero es hermosísima la experiencia de transformar la vivencia invirtiéndole tiempo para hacerla fuente inagotable de disfrute, manantial de gozo. Alguien común, alguien con su cotidiana prisa en la vida y sus mil pendientes autogenerados, quizá sí pueda llegar a disfrutar algo, pero un ser que se brinde el tiempo para conocer a profundidad, ese gran ser llega a disfrutar con grados superlativos consecuencia de su admiración, ese ser llega a contemplar con el mayor respeto la manifestación de Dios que surge al darse el tiempo de conocer aquello que lo tiene sorprendido.
El grado de disfrute es inconmensurable e inmensamente distinto entre una persona que dedica tiempo a conocer aquello que disfruta y otra que no, otra que solo vive esperando a que algún día haya tiempo. Esta transformación la logran solo unos cuantos, aquellos con una alta autoestima crean una nueva conciencia de la inversión de su tiempo. Aquellos que transforman el tiempo en experiencia vital. ¿Quieres conocer algo a profundidad? Tómate todo el tiempo que se requiera para ello. Si te argumentas que no tienes tiempo, pues hoy conoce que por eso no disfrutas a tal magnitud. Tiempo sí tienes, tiempo siempre hay (incluso en la gente más ocupada), pero disposición para crearlo en tu vida es la que te puede faltar. Cada vez que alguien me dice que no tiene tiempo para profundizar en determinada actividad, tan solo le digo: “Duerme menos y encontrarás el tiempo para vivirlo”. Así de fácil, facilísimo. Pero mucha gente prefiere dormir. Bueno, por eso hay tantas diferencias entre el grado de disfrute de una persona a otra con respecto al mismo punto. Cuando algunas personas me preguntan cómo le hago para leer tanto o escribir con tanta frecuencia, pues la respuesta suele ser igual: de vez en cuando duermo menos y uso la noche cada vez más. Aunque a decir verdad, en muchos casos se puede dormir igual, tan solo administrando mejor y más inteligentemente el tiempo de vigilia, o lo que es lo mismo: dejarse de tonterías y chismes durante el día o de encuentros absurdos con personas que no dejan nada, y ahí surgirá imponente una enorme cantidad de tiempo disponible. Enorme cantidad.
Una vez que te das el tiempo, todo el tiempo para profundizar en algo y así disfrutarlo, necesitas vivir con todo tu ser ese momento, es decir, concentrarte. Concentrar significa reunir en un centro o punto lo que estaba separado. De tal suerte que cuando te concentras, reúnes todos tus sentidos en un punto, tu pasado, presente y futuro se encuentran en el ahora. ¡Ahí estás concentrado y así, desde tu centro reunido todo tú, te fundes enteramente con lo que observas! ¡Esta experiencia es de las más sublimes, maravillosas, divinas y espectaculares que he podido vivir en mi experiencia como humano! ¡Es divino poderse concentrar! Ahí siempre se toca a Dios. Y este es otro privilegio de solo algunos cuantos. El tiempo que se dedica a algo, debe ser para ese algo y no más. Toda mi atención, todo mi ser, todo yo, se funde con lo que atiendo.
Esta es una de las más hermosas formas en que mi alma primero toca la tuya y luego se funden en una sola en un profundo momento de concentración mientras te escucho. Aquí, no tan solo te entiendo, sino que entro en ti y siento lo que tú. En concentración puedo quedarme en pasmoso asombro y paralizante contemplación frente a una obra de arte. En concentración salgo de toda medida de tiempo y ya no distingo pasado de presente ni de futuro. Todo está sucediendo aquí y ahora. Todo. Eso se siente cuando uno se concentra. Cuando leo concentrado, el libro, el autor, los conceptos y yo empezamos a ser uno solo, nos fundimos en el disfrute de los mismos hallazgos. Cuando hago el amor concentrado, se puede caer el mundo en singular terremoto mientras el lugar donde estábamos nunca se movió. Cuando como concentrado, la comida y yo se funden en exquisita experiencia humana. Cuando hago ejercicio concentrado, cada fibra muscular la siento tan mía, cada respiración y bocanada de aire la siento como yo mismo entrando a mí, cada gota de sudor la aprecio tanto, el calor lo experimento como tanta vida. ¡Siento al concentrarme! Cuando rezo concentrado, sé que me fundo en Dios y así esÉl mismo hablándose a Sí mismo y disfrutando intensamente mientras tanto.
Ahora analicemos la cascada de eventos hacia atrás. Quien no se concentra pierde el tiempo. Quien pierde el tiempo suele ser por no profundizar en lo que estaba. Quien no profundiza pierde oportunidad para disfrutar la experiencia en su verdadera magnitud. Y si no disfrutas en verdadera magnitud, ¿qué caso tiene vivir?
En nuestra breve y momentánea experiencia de ser humanos, en estos 80 años en promedio, disfrutar de una experiencia, de tantas, de todas, es fuente inagotable de una gran... ¡Emoción por Existir!
Del Taller de Autoestima Volumén 1 de Juan Carlos Fernández