Empieza a ver tus momentos presentes como un tiempo para vivir en vez de obsesionarte por el futuro. Cuando te pilles angustiándote, pregúntate a ti mismo: "¿De qué me estoy evadiendo al gastar este momento en preocupaciones?". Entonces empieza a atacar lo que estás evitando o lo que sea que te impulsa a evadirte. El mejor antídoto para la preocupación es la acción.
Un paciente mío muy propenso a la angustia, me relató uno de sus últimos triunfos al respecto. Durante su estadía en un lugar de veraneo, entró en una sauna una tarde. Allí se encontró con un señor que simplemente no podía tomarse unas vacaciones y olvidarse de sus problemas. Este señor habló largo y tendido sobre todas las cosas que debían preocupar a mi paciente. Habló de la Bolsa, pero dijo que no había que preocuparse de las fluctuaciones de corto alcance. Dentro de seis meses habría un colapso total y eso sí que era para preocuparse. Mi paciente se enteró bien de cuáles eran las cosas de las que tendría que preocuparse y se fue. Jugó al tenis durante una hora, disfrutó jugando al fútbol con unos niños un rato, participó con su esposa en un campeonato de ping pong en el que ambos se divirtieron muchísimo y finalmente unas tres horas más tarde volvió al vestuario a ducharse. Su nuevo amigo seguía allí angustiándose, y empezó inmediatamente a enumerar una serie de cosas más que merecían preocupación. Mientras tanto mi cliente había pasado sus momentos presentes estimulantemente vivo, mientras que el otro había consumido los suyos preocupado por diferentes asuntos. Y ninguno de los dos tuvo ninguna influencia sobre los valores de la Bolsa.
-Reconoce lo absurdo que resulta la preocupación. Pregúntate a ti mismo una y otra vez: "¿Habrá algo que llegue a cambiar como resultado de mi preocupación?".
-Date a ti mismo períodos cada vez más cortos de "tiempos de preocupación". Dedica diez minutos por la mañana y diez por la tarde para preocuparte; considéralos como tus segmentos de preocupación. Usa esos períodos para angustiarte por todos los posibles desastres que te quepan en ese espacio de tiempo. Entonces, usando tu habilidad para controlar tus propios pensamientos, posterga cualquier posible preocupación hasta que te llegue el próximo "tiempo de preocupación". Rápidamente te darás cuenta de lo disparatado que es emplear el tiempo de esta manera y a la larga eliminarás totalmente tu zona de preocupación.
-Haz una lista de preocupaciones anotando todas las cosas que te preocupaban ayer, la semana pasada e incluso el año pasado. Verifica si tus preocupaciones hicieron algo por ti. Averigua también si algunas de las cosas que te preocupaban llegaron a suceder. Pronto te darás cuenta de que la preocupación es una actividad doblemente inútil y vana. No hace nada para modificar el futuro. Y la posible catástrofe resulta a menudo muy inferior a lo esperado e incluso un hecho beneficioso cuando sucede.
¡Preocúpate sin más! Trata de demostrarlo cuando sientas que estás a punto de preocuparte. Esto es, detente, dirígete a alguna persona y le dices: "Míreme, estoy a punto de preocuparme". La otra persona no sabrá qué decir, se sentirá completamente confundida ya que tú probablemente no sabrás cómo demostrar eso que haces tan bien.
-Hazte a ti mismo esta pregunta eliminadora de preocupaciones: "¿Qué es lo peor que me puede pasar a mí (o a ellos) y qué posibilidades hay de que ocurran?". Descubrirás de esta manera el absurdo de las preocupaciones.
-Escoge deliberadamente un comportamiento que esté en conflicto con tus zonas habituales de preocupación. Si eres de los que ahorra compulsivamente para el futuro, preocupándole siempre de si tendrá suficiente dinero para el día de mañana, empieza a usar tu dinero hoy mismo. Haz como el tío rico que escribió en su testamento: "Gozando de excelente salud física y mental, gasté todo mi dinero en vida".
-Empieza a abordar tus miedos con pensamientos y comportamientos productivos. Hace poco una amiga mía pasó una semana en una isla cerca de la costa de Connecticut. A esta mujer le encanta hacer largos paseos y muy pronto descubrió que la isla estaba llena de perros que habían dejado en libertad. Decidió que lucharía con su miedo y preocupación de que la mordieran o incluso de que la hicieran pedazos, el desastre total y definitivo. Llevaba una piedra en el bolsillo (seguro contra accidentes) y decidió no dar muestras de miedo cuando se le acercaran los perros. Incluso rehusó disminuir la marcha cuando los perros empezaban a gruñir y se dirigían hacia ella. Y los perros al ver que alguien rehusaba asustarse ante sus embates, desistían y se alejaban corriendo. Yo no estoy abogando por una conducta que puede resultar peligrosa, pero creo que plantar cara en forma positiva al miedo o la preocupación puede ser la mejor manera de hacerla desaparecer de tu vida.
Ésas son algunas técnicas que te pueden servir para eliminar la preocupación de tu vida. Pero el arma más eficiente que puedes tener para terminar con la preocupación es tu propia determinación de borrar este comportamiento neurótico de tu vida.
Extracto de "Tus zonas erróneas" de Dr. Dyer Wayner