"La gente gusta del hombre que lleva escrito en el rostro la seguridad del triunfo" - Orison Swett Marden
Probablemente a estas alturas de nuestro estudio habrá surgido en usted una pregunta: ¿será bueno elevar nuestra autoestima demasiado?
¿Acaso eso no nos llevaría a sentimos "muy elevados" y petulantes? Le puedo afirmar categóricamente que no. Es profundamente valedero y extraordinariamente necesario que nuestra autoestima se eleve a dimensiones exageradas, a alturas inverosímiles claro, si se trata de auténtica autoestima. Por ende, nunca deben elevarse los sentimientos de vanagloria, jactancia y arrogancia, mismos que son una manifestación de una pobre autoestima.
También es importante aclarar que una persona con alta autoestima puede sufrir, puede sentir desolación, estar triste. Pero, entonces, ¿cuál sería la diferencia con otra persona de esas características pero con pobre o nula autoestima? Incluso, esas emociones definen mejor a este segundo. La enorme diferencia es que la persona con gran autoestima puede experimentar todos esos problemas y emociones, pero esas mismas emociones no lo detienen, no lo definen, no lo identifican. Siempre recuerde, por favor: "Usted es más grande que sus problemas".
Fuentes de la Autoestima
La fuente principal de la autoestima es "El Conocimiento"; quien más sabe, mayor autoestima experimenta. Todo el combustible que pueda proporcionar a su inteligencia redundará en mayor autoestima. Usted lo ha experimentado. ¿Recuerda aquella ocasión en la que necesitaba saber algo para salir de un problema, y ese algo usted lo sabía? ¿Se acuerda cuando dio la respuesta y todo el mundo se lo agradeció? ¿Qué tal se sentía? Podría jurar que la "divina garza" se quedaba muy corta junto a usted. Pues bien, esa es la conexión a la que me refiero cuando afirmo que el conocimiento es la principal fuente de autoestima. Entre más sepa, más seguridad experimentará para elegir en su vida (ver capítulo 1). Además, existen fuentes directamente involucradas en nuestra autoestima: la integridad del Ser, la conciencia, la voluntad de ser eficaz y, muy importante, "el distanciamiento estratégico".
Entiéndase por distanciamiento estratégico la prudente e inteligente distancia que debe existir entre usted y sus problemas. Insisto en que siempre tenga presente la siguiente frase: "Yo Soy más grande que mis problemas". Incluso, permítame recomendarle que la escriba con letras grandes y la coloque en un lugar donde diariamente la pueda leer; un espejo es una muy buena opción. Los resultados de esta autosugestión son formidables.
La gran meta a la cual lo quiero invitar es a que logre "pensar independientemente". Si logra poder pensar sin verse influenciado por los rumores, por los vecinos, por sus amigos, por su mamá, por el horóscopo, etc., le puedo garantizar de una manera rotunda y contundente que su autoestima se elevará como la espuma de una cerveza.
¿Se imagina poder decidir sin tener que consultar al oráculo todas las mañanas?; ¿se imagina poder elegir el color de su ropa sin tener que darle gusto a su madre o a su esposo?; ¿se imagina poder salir a pasear sin llevar cargo de conciencia por no avisarle a un familiar determinado? Si lo logra imaginar ya ha dado un gran paso; ahora simplemente faltaría dar. El paso definitivo: iniciar la acción concreta para obtener los resultados.
Ahora bien, ¿le interesa realmente incrementar su auto estima, mejorar su calidad de vida, experimentar más momentos de felicidad?, pues entonces siempre tenga presente esto: "No subordine su conciencia a sus deseos". Esta es una verdadera piedra angular en la dinámica de su autoestima. Mire, líneas atrás comentábamos acerca de que usted bien sabe cuándo hace malo cuando algo le hará daño, ¿no es así? Pues esa es la valiosísima información que le proporciona su conciencia. Sin embargo, debido a que usted puede apagar esa luz de su conciencia a voluntad, es posible que quiera obedecer a sus deseos; pero cuando estos son diametralmente opuestos a lo que le dicta su conciencia, se presenta el conflicto.
Un conflicto interno en donde pone a prueba su integridad, sus valores, sus virtudes, su dimensión humana, y cuando hace caso omiso de su conciencia, subordinándola a sus deseos, surge tarde o temprano el arrepentimiento, ya sea explícito o implícito. Esa sensación de amargura subsecuente merma nuestra autoestima, daña nuestro sistema inmunológico de conciencia, nos identifica plenamente con el auto sabotaje. El resultado es muy posible que ya lo haya experimentado en más de una ocasión ¿verdad?; pero ahora que usted y yo estamos en confianza, le pregunto: ¿Le agradó?, ¿acaso sintió orgullo de sus debilidades? No creo.
Sin embargo, la otra cara de la moneda tiene su gran recompensa. ¿Qué tal cuando obedeció a su conciencia e hizo caso omiso de sus deseos más banales? En otras palabras, ¿qué tal cuando estaba a dieta y no se comió el postre que tanto deseaba? Es una sensación heroica, ¿no cree? Cuando pudo ser infiel y prefirió regresar a casa para cenar con los suyos, se dimensionó a un nivel más humano que nunca. Cuando pudiendo robar prefirió guiarse por la virtud y se negó a participar en ese negocio, automáticamente se postuló como un ser humano auténtico, íntegro, digno de sí. Pues esa emoción de triunfo, de éxito, es la que lo debe acompañar diariamente, ¡Usted decide! Vivir a la sombra y ocultándose de la luz, o vivir con la frente en alto, desprendiendo luz a su paso y emocionándose por existir.
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Del Taller de Autoestima Volumén 1 de Juan Carlos Fernández