¿Tienes por costumbre compadecerte de ti mismo cuando las cosas no salen como a ti te gustaría? Y si es así, ¿qué has ganado con ello?
A veces, quejarse y lamentarse puede parecer justificado, pero lo cierto es que con ello sólo se consigue agravar la situación.
Si en vez de poner de tu parte para solucionar las cosas, te dedicas a compadecerte de ti mismo, lo único que lograrás es deprimirte y reforzar tu condición de víctima (“¿Por qué tienen que pasarme a mí siempre estas cosas?”).
Elige un día de la semana para hacer frente a ese hábito. Ese día, ocurra lo que ocurra, no te quejes ni critiques nada. Cuando notes que se te viene a la mente un pensamiento negativo, en vez de regodearte en él, desconecta de inmediato y ponte a pensar en algo agradable.
Lograrlo te llevará algo de práctica, y si eres un quejica empedernido, quizá te sea mejor empezar con un período de tiempo inferior a un día. Pero una vez que hayas aprendido a dejar de lado los pensamientos negativos aunque sólo sea por poco tiempo, te sorprenderá comprobar lo bella y agradable que se vuelve tu vida.
Idea clave:
Soy más feliz cuando evito los pensamientos negativos.
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Autor: Jerry Minch