Misión de Jesús en la tierra parte V, en "Las Leyes Espirituales"



Pues hay muchas religiones en la Tierra, muchas de ellas monoteístas, que establecen unos mandamientos bastante estrictos, y según dicen sus autoridades, son voluntad de Dios. ¿Qué opinión te merecen? 
Todas aquellas doctrinas o religiones que se basan en la imposición de unos dogmas por un criterio de autoridad y no respetan la ley espiritual del libre albedrío no pueden ser verdaderas, ni consideradas dichas por Dios o por la espiritualidad superior. 
Tampoco, por tanto, pueden considerarse las autoridades de estas religiones verdaderos guías espirituales, ya que un guía espiritual nunca utiliza la fuerza o la manipulación ni pretende imponer determinados preceptos. 

¿Entonces quieres decir que las religiones de la Tierra no son verdaderas respecto a que no representan la voluntad de Dios
En todas hay una parte de verdad, que suele ser la inspiración de algunos seres evolutivamente más avanzados, y un mucho de falsedad, que suele ser el producto de los añadidos que otros autores hacen en función de intereses terrenales. 

¿Me puedes poner un ejemplo? 
Sí. Por ejemplo, en el antiguo testamento los diez mandamientos son unas normas bastante correctas, y obedecen a mensajes de seres espiritualmente avanzados. Uno de los mandamientos es “no matarás”. Sin embargo también hay en el mismo texto del antiguo testamento pasajes en los que supuestamente Dios envía al pueblo de Israel a atacar otros pueblos para conquistar una supuesta “tierra prometida”, y por supuesto, en esos ataques se lucha y se mata a otros seres humanos. Con lo cual, si esto fuera así, uno deduce que Dios le está diciendo a su pueblo que mate. Ocurre entonces que el segundo mensaje (“matarás”) contradice al primero “no matarás”. ¿Y cómo se resuelve esta aparente paradoja? O bien Dios se contradice a sí mismo, lo cual resultaría inaceptable para un ser de tanta evolución, o bien deberemos admitir que cada instrucción proviene de autores diferentes, que tienen motivaciones diferentes Y entre esos dos mensajes, no matarás y matarás, ¿cuál es el que el sentido común nos dice que es más avanzado espiritualmente? 

Para mí, el de no matarás. 
Si admitimos que este mensaje viene de la espiritualidad superior, entonces el contrario no puede venir de la misma fuente. 

¿Y de dónde vendría entonces? 
De aquellos que estaban interesados en la invasión. 

Bueno, pero esto es un ejemplo del pasado. 
Que se sigue repitiendo en el presente. ¿Acaso no hay muchos líderes actuales de la Tierra que supuestamente son fervorosos creyentes en Dios, que siempre acaban sus discursos con un “que Dios os bendiga”, pero que no tienen ningún reparo en enviar a sus conciudadanos a invadir otros países, causando millones de muertes y destruyendo millones de hogares por varias generaciones? ¿Acaso no utilizan salmos de la Biblia o expresiones como “Confiamos en Dios”, o “Dios está con nosotros” como reclamo para justificar sus acciones? Tened por segura una cosa: Dios, o la espiritualidad superior, jamás estará de parte de ningún bando de una contienda, ni apoyará ninguna invasión ni conquista, porque de hacerlo estaría violando él mismo una de las leyes que estableció para el Universo, que es la ley del amor. Esta es la gente que viola el mandamiento de “no utilizarás el nombre de Dios en vano”, un mandamiento que supuestamente deben cumplir los creyentes del judaísmo y el cristianismo; y sin embargo, intentan justificar sus atrocidades utilizando el nombre de Dios, como si Dios estuviera de acuerdo en cometer tales atropellos contra sus criaturas. Esto es utilizar el nombre de Dios en vano, y no utilizar la palabra “Dios” en expresiones vulgares, como cree alguna gente. 

Entonces, ¿qué hay del pueblo elegido por Dios? 
No hay pueblos ni personas privilegiadas para Dios. Dios, o la espiritualidad superior, no se liga específicamente a unos pueblos o razas determinadas en detrimento de las demás, sino que hace un llamamiento a todos los seres a participar en el desarrollo del plan evolutivo, y es cada espíritu el que decide si quiere o no colaborar. Por supuesto, no obliga a nadie a seguir sus leyes. Cada uno, de acuerdo a su voluntad y su capacidad, adquirirá, si así lo desea, un compromiso para desarrollar una tarea concreta dentro del plan de evolución espiritual, tanto a nivel individual como colectivo, de la humanidad en la que encarna. Esa es la elección, la del espíritu. Por tanto, un “elegido” no es más que aquel que abre su interior a la espiritualidad superior y se compromete a seguir la ley del amor en su vida para que, además de evolucionar él mismo, sirva de ejemplo a otros seres que todavía no se han abierto interiormente a esta llamada. 

¿Y estas personas que se abren a esa llamada del mundo espiritual, tienen algo que ver con los místicos o los profetas? 
Mira, el contacto directo con el mundo espiritual no está reservado sólo a unos pocos. Ya he dicho que todo el mundo tiene una conexión directa, su propia conexión personal, con Dios, con la espiritualidad superior, con sus propios guías, y cada uno lo va a experimentar de una manera. Lo importante es buscar esa conexión sinceramente, con humildad, y que el motivo de esa búsqueda sea avanzar espiritualmente, y a cada cual se le dará lo que necesite. Lo importante no es la espectacularidad de las experiencias, sino que esas experiencias le sirvan a uno para avanzar en el amor, no para justificarse en sus defectos. Desafortunadamente, hay mucha gente que, motivada por el deseo de ser o de aparecer como alguien importante ante los demás, una especie de “maestro ascendido” o algo por el estilo, se autosugestiona experiencias que no son reales, y que pueden llevar a engaño a otra gente. O los hay que, tras haber tenido experiencias reales de contacto espiritual, en vez de utilizarlas para su propio avance espiritual o para ayudar a los demás, las han utilizado para engrandecerse y creerse superiores y exigen que los demás les traten como si fueran dioses. Es el defecto de la vanidad lo que le hace a uno buscar la admiración de los demás en vez de buscar cómo mejorarse a sí mismo. Desgraciadamente esto es muy frecuente en vuestro mundo. 

¿Y qué es un profeta? 
Un profeta es un enviado de la espiritualidad superior para enseñar la verdad sobre el mundo espiritual y para advertir a la gente de cada época de las consecuencias de los actos en contra de la ley del amor. Generalmente, son espíritus más avanzados que la media del planeta en el que encarnan, ya que de otro modo no podrían desempeñar la misión que se les ha encomendado. Al mismo tiempo que están ayudando, se ayudan a sí mismos a evolucionar, poniendo a prueba su capacidad de amar, ya que generalmente son repudiados, rechazados, torturados, vilipendiados o ridiculizados por las sociedades en las que se han encarnado. No son seres con privilegios divinos especiales, como comúnmente se cree, puesto que su capacidad espiritual ha sido conseguida por propio mérito en la rueda de encarnaciones, aunque éstas pudieran haberse dado en otros mundos. Se trata, pues, de alumnos mayores que se ponen en contacto con alumnos de menor edad para ayudarles en su educación. La diferencia es que no podemos reconocerles por su aspecto físico ni por su edad, ya que encarnan en las mismas condiciones que el resto. Algún día cualquiera de los seres que habitan vuestro planeta, cuando haya evolucionado lo suficiente, podrá desempeñar la función de profeta en un mundo habitado por una humanidad de menor evolución. 

¿Pero no ocurre a menudo que hay personas a las que se cree grandes maestros y luego se descubre que son unos aprovechados, que amasan grandes fortunas a costa de la ingenuidad de la gente? 
Así es. Hay muchos farsantes. Pero también hay muchos que empiezan bien y al principio van por buen camino, y por eso se les da la ayuda espiritual que necesitan. El problema viene cuando se dejan deslumbrar por el efecto que causan en la gente, que está muy necesitada de respuestas, y cuando encuentran a alguien que les despierta el interior se sienten muy agradecidos con él y buscan hacérselo notar. Creen que son ellos los que deslumbran, cuando en realidad es la luz del conocimiento espiritual del cual debían ser portadores lo que les hace llegar a la gente. Erróneamente, la gente empieza a venerarles como si fueran dioses. Si se trata de personas que todavía no conocen bien el egoísmo y sus manifestaciones y no luchan para vencerlo en sí mismos, su ego se engrandece hasta el punto de creerse por encima de todo y de todos. Y, en vez de servir a los demás, ocurre lo contrario. Buscan que los demás les sirvan a ellos, que sean como súbditos o esclavos morales, que les obedezcan ciegamente, sin cuestionar jamás ninguna de sus decisiones y deseos. Y entonces, poco a poco, la luz se va apagando, los sentimientos desaparecen y la inspiración se pierde. En ausencia de la inspiración espiritual, el egoísmo toma el control de la mente y, a partir de entonces, los mensajes que dan son confusos y contradictorios. Y lo que pudiera haber de verdad es sólo un recuerdo confuso de lo que una vez tuvieron y no supieron cuidar, cubierto por un montón de falsedades destinadas a justificar la exaltación de su ego.



Continuará...




Título: Las Leyes Espirituales   
Autor: Vicent Guillem 
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