Las lecciones se pueden aprender mediante el hecho de darse cuenta
Si piensa en lo que resulta más difícil hacer, y en cuánto se resiste a hacerlo, está enfrentándose con lo que en este momento es para usted la lección más importante. Entregarse, abandonar la resistencia y permitirse aprender lo que necesita aprender, le facilitará más aún el paso siguiente. No deje que su resistencia le impida cambiar. Podemos trabajar en dos niveles: i) Atendiendo a la resistencia, y 2) Realizando pese a todo los cambios mentales necesarios. Obsérvese, observe su resistencia, y luego, de todas maneras, siga adelante.
Deje en paz a sus amigos
A menudo sucede que, en vez de ocuparnos de nuestros propios cambios, decidimos que son nuestros amigos quienes tienen que cambiar.
Esto es resistencia al cambio.
Cuando algo nos ha dado buen resultado, es normal que queramos compartirlo. Pero es probable que los demás no estén listos para cambiar en ese momento y esa circunstancia precisos. Ya bastante difícil es cambiar cuando queremos hacerlo, pero intentar que otra persona cambie cuando no quiere es imposible, y puede arruinar una buena amistad.
Las pautas repetidas nos muestran nuestras necesidades
Por cada hábito que tenemos, por cada experiencia que reiteramos en diversas ocasiones, por cada pauta que repetimos, hay dentro de nosotros una necesidad que corresponde a alguna creencia. Si no hubiera una necesidad, no haríamos o no seríamos eso. Dentro de nosotros hay algo que necesita ser gordo, tener malas relaciones, fracasar, fumar, enfadarse, ser pobre, sentirse humillado o lo que fuere que sea nuestro problema.
¿Cuántas veces hemos dicho que jamás volveremos a hacer eso? Y antes de que termine el día nos hemos atiborrado de chocolate, nos hemos fumado un paquete de cigarrillos, hemos dicho algo hiriente a un ser querido... Y encima complicamos el problema enfadándonos con nosotros mismos: «No tienes fuerza de voluntad ni disciplina. ¡Qué debilidad de carácter!». Expresiones así no hacen más que aumentar nuestro ya pesado cargamento de culpa.
Eso no tiene nada que ver con la disciplina ni con la fuerza de voluntad
No importa de que estemos tratando de liberarnos: no es más que un síntoma, un efecto exterior. Empeñarse en eliminar el síntoma sin ningún intento de disolver la causa, de nada sirve; en el momento en que la fuerza de voluntad o la disciplina aflojan, el síntoma vuelve a aparecer.
La disposición a renunciar a la necesidad
En usted tiene que haber una necesidad de este síntoma porque si no, no lo tendría. Cuando ésta haya desaparecido, usted ya no tendrá deseos de fumar, o de comer en exceso o de llevar a cabo cualquier otra pauta negativa.
Es menester desenmarañar las telarañas en que nos envolvemos. Si alguna vez ha tenido que desenredar un ovillo de hilo, sabe que tironeando para un lado y para otro sólo se consigue empeorar las cosas. Es necesario ir deshaciendo los nudos con mucha suavidad y paciencia. Sea suave y paciente consigo mismo para desenredar sus propios nudos mentales. Busque ayuda si la necesita, pero, sobre todo, cultive el amor a sí mismo mientras lo hace. La disposición a liberarse de lo viejo es la clave; ahí está el secreto.
Cuando hablo de «necesitar el problema», me refiero a que, de acuerdo con nuestro personal conjunto de modelos mentales, «necesitamos» tener ciertas experiencias u obtener ciertos efectos externos. Cada efecto externo es la expresión natural de un modelo mental interno. Combatir solamente el efecto o el síntoma es un desperdicio de energía, que a menudo no hace más que agravar el problema.
Extracto de "Usted puede sanar su vida" de Louise Hay