Una de las cosas más dolorosas y difíciles que un ser humano es llamado a hacer es responder a la maldad con amabilidad, y perdonar lo imperdonable.
Un maestro oriental que vio cómo un escorpión se estaba ahogando, decidió sacarlo del agua, pero cuando lo hizo, el bicho le picó.
Por la reacción al dolor, el maestro soltó al animal, que cayó al agua y de nuevo estaba ahogándose. El maestro de nuevo intentó sacarlo y otra vez el bicho le volvió a picar.
Alguien que había observado todo, se acercó al maestro y le dijo:
- Perdone, ¡pero usted es terco! ¿No entiende que cada vez que usted intenta sacarlo del agua lo picará?
- La naturaleza del escorpión es picar y eso no va a cambiar la mía, que es ayudar -respondió el maestro.
Y entonces, ayudándose de una hoja, el maestro sacó al animalito del agua y le salvó la vida.
No cambies tu naturaleza si alguien te hace daño; sólo toma precauciones.
Algunos persiguen la felicidad, otros la crean.
Que la conducta de las otras personas jamás condicione la tuya.
La moraleja de este cuento es:
No cambies tu naturaleza si alguien te hace daño; solo toma precauciones. Que la conducta de los demás jamás condiciones la tuya.
A veces nos hacen daño, como una agresión física o verbal o la traición a un código de honor. Esto no nos debe hacer cambiar nuestra naturaleza, ni nuestros principios. Lo que el otro haga con su vida no puede condicionar lo que yo he decidido ya hacer con la mía.
Sea lo que sea lo que te hagan jamás cambies tu código de honor. Tú no tienes que devolver mal por mal, no tienes que pagar con la misma moneda, no tienes que vengarte con la ley de Talión. El amor no deja que te cambien tu naturaleza, que es justamente seguir amando sin medida y sin condiciones.
Ten el firme carácter de no dejar que los demás influyan sobre tu decisión de amar y de ser una persona de principios
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Autor desconocido