Convivir es una de las más desafiantes experiencias que podemos experimentar el común de los mortales. Y en base a ello es que me permito compartir con usted unos minutos de enriquecedora reflexión acerca del tema. Muchos de nosotros hemos experimentado el costo de la ignorancia acerca de este tema en términos de lágrimas, confusión y culpa. Así mismo, también hemos experimentado momentos de euforia, alegría compartida y emoción por dialogar; sin embargo, estos momentos también se han sucedido para un sinnúmero de personas, ignorando su causa fundamental. Ahora viene a mi mente lo que Carl Rogers declaró en alguna ocasión al referirse específicamente a las relaciones entre los casados “...a pesar de que el matrimonio moderno es un tremendo laboratorio, a menudo sus miembros carecen absolutamente de una preparación para la función de esa sociedad. Cuánta agonía, remordimientos y fracasos habrían podido evitarse si por lo menos hubiese tenido lugar un aprendizaje rudimentario antes de ingresar a esa sociedad...”
Pienso que esta declaración tiene la misma validez para todas las relaciones humanas. Nuestras ciudades (al igual que muchas otras del mundo) con sus atestadas poblaciones y sus grandes edificios de departamentos y sus sistemas de compras por teléfono, se han convertido en criaderos de soledad. ¡Caray!, tal parece que los grandes avances tecnológicos en donde ya prácticamente todo lo podemos hacer "desde la comodidad de nuestro hogar" o, peor aún, desde nuestra computadora, nos ha llevado subrepticiamente a un sentimiento de soledad y abandono. Por favor, no perciba esta reflexión como en contra de la evolución y la tecnología; no, en absoluto, simplemente como una advertencia ante la posible pérdida secundaria que puede implicar.
Un acercamiento a la amistad
Compartir con usted ciertas reflexiones acerca de la amistad, créame, es algo que me ha motivado desde la primera vez que tuve la oportunidad de ser conferencista y escritor. Me permitiré hacer un breve pero sustancioso estudio de la amistad como modelo de relaciones humanas, ya que de alguna manera esa suele ser la vía de entrada para las subsecuentes relaciones más profundas y complejas, llámese noviazgo, matrimonio, vida en pareja, ciertos equipos de trabajo, etc.
Los estudios, tanto formales como informales, a los que he tenido acceso acerca de las relaciones humanas durante los últimos años de mi vida, simplemente me han servido para reforzar mi creencia en la complejidad, el teatro, el misterio y la magia de la conducta humana. Somos tan extraños en ocasiones. Seguimos siendo un gran enigma tan impredecible, tan vulnerable, tan extraordinario y único. Sin embargo, varios estudios tienen en común ciertos aspectos de lo cual le podría garantizar que la seguridad, la alegría y el éxito en la vida están directamente correlacionados con nuestra habilidad de relacionamos unos con otros, con cierto grado de compromiso, profundidad y amor. Del mismo modo, la gran mayoría de nosotros hemos aprendido por experiencia propia que nuestra incapacidad para vivir en armonía con las demás personas es la responsable de muchos de nuestros mayores temores, ansiedades, sentimientos de soledad e, incluso, de severas enfermedades mentales. Y aun así, después de tantas dolorosas experiencias, creo que somos muy pocos los que buscamos deliberadamente información que nos pueda aclarar y mejorar nuestra situación. Incluso, permítame confesarle que aquellos de nosotros que estamos hambrientos de unión y amistad, de una mayor comprensión en nuestras relaciones humanas, descubrimos durante nuestra búsqueda que son muy pocos los lugares a donde podemos asistir en busca de esa tan valiosa información.
Recuerdo una divertida historia en la que un joven se dirigía a una librería para poder encontrar cierta información que le ayudara a mejorar sus relaciones interpersonales. Después de varios minutos de búsqueda logró encontrar un libro llamado "Cómo manifestar nuestros sentimientos apropiadamente". De inmediato se dirigió a la caja y lo compró. Sin embargo, al llegar a su casa, al revisarlo detenidamente, se dio cuenta de que había adquirido ¡el noveno tomo de una enciclopedia!. ¿Se imagina? Vamos, no quiero desilusionarlo en su intento por mejorar en el arte de ser persona, pero sí es mi obligación informarle que hay mucho por aprender todavía, y, ¡qué bueno!, porque ello nos invita a despertar diariamente con el reto de mejorar nuestra comunicación con los demás y con nosotros mismos.
En mi consulta privada me he permitido realizar ciertas encuestas informales con el único fin de incrementar un poco más mi información de lo que la gente realmente desea con mayor ímpetu en sus relaciones humanas (ya sea de pareja, de amistad, de trabajo, etc.), y para ello suelo pedir que mencionen las tres cualidades de una relación importante para ellos, mismas que se puedan incrementar mediante la fuerza del amor. Las respuestas que me han compartido centenares de personas han sido de todo tipo; sin embargo, enumeraré las que más frecuentemente he escuchado como cualidades esenciales de sus relaciones (y en ese orden):
. Comunicación. . Afecto. . Perdón. . Honestidad. . Aceptación. . Romance (incluyendo sexo). . Paciencia.. Sentido del Humor. . Libertad.
Lo que más me ha llegado a llamar la atención es que muchas personas hicieron hincapié en su gran necesidad de poder comunicarse honesta y sinceramente con su pareja. Resultó muy interesante que el factor que más frecuentemente encontré es la necesidad de comunicarse y perdonarse. Muchos de mis pacientes (y amigos, inclusive) definían a la comunicación como el deseo de ser francos, de compartir, de hablar y escucharse activamente el uno al otro. Esa necesidad de saberse perteneciente a alguien y vivir esas cualidades en común unión era la idea que más seducía a mis pacientes.
Del Taller de Autoestima Volumén 1 de Juan Carlos Fernández