Existen varias estrategias para incrementar nuestra autoestima, sin embargo, la más importante de todas ellas es "Creer en Uno mismo". Estoy convencido de que, si varias personas con las que me he encontrado y que resultan ser de muy baja autoestima.
Creyeran en sí mismas casi como creen en Dios, otra vida experimentarían. No tome esto como una falta de respeto a Dios ni mucho menos. No intentamos comparamos con El, no, en absoluto. Pero lejos de parecer blasfemia, estoy convencido de que hace falta creer en el ser humano casi como se cree en Dios.
Creyeran en sí mismas casi como creen en Dios, otra vida experimentarían. No tome esto como una falta de respeto a Dios ni mucho menos. No intentamos comparamos con El, no, en absoluto. Pero lejos de parecer blasfemia, estoy convencido de que hace falta creer en el ser humano casi como se cree en Dios.
Ahora bien, también estoy plenamente consciente de que no basta con decir "cree en ti" como una fórmula maravillosa; ello correspondería a que cuando un paciente insomne acudiera al médico para encontrar solución a su problema, y simplemente le dijera: -"¡hombre!, ya duérmase y se acabó".
Más adelante le compartiré varios consejos de uso práctico que le ayudarán a creer más en sí mismo, pero por el momento cabría preguntamos ¿por qué necesitamos autoestima? Pues por una gran razón: el ser humano, propiamente humano, tiene conciencia (capacidad de discernir) y responsabilidad, y aquí la autoestima es fundamental porque es la única manera de mantener prendida por más tiempo la luz de nuestra conciencia que, para sorpresa de muchos, podemos apagar a voluntad. Permítame explicarme mejor.
Más adelante le compartiré varios consejos de uso práctico que le ayudarán a creer más en sí mismo, pero por el momento cabría preguntamos ¿por qué necesitamos autoestima? Pues por una gran razón: el ser humano, propiamente humano, tiene conciencia (capacidad de discernir) y responsabilidad, y aquí la autoestima es fundamental porque es la única manera de mantener prendida por más tiempo la luz de nuestra conciencia que, para sorpresa de muchos, podemos apagar a voluntad. Permítame explicarme mejor.
¿Cuántas ocasiones sabe usted de antemano que aquello que va a hacer está mal?, ¿o que no le conviene, o le hace daño? Muchas, por supuesto, ¿verdad?; entonces, ¿por qué a pesar de ello así lo hace? Pues porque usted mismo puede apagar la luz de su conciencia a voluntad e irse de juerga con los amigos mientras dijera a su esposa que estaría en una junta de negocios; o bien, cuando vive una vida basada en la infidelidad y jurando al mismo tiempo amor y respeto por su pareja; o simplemente cuando pasa a formar parte del sistema de la corrupción pero, eso sí, va a misa todos los domingos. Pues bien, es precisamente ahí, cuando usted apaga la luz de su conciencia, que surge su autoestima y le dificulta apagarla; cuando el juicio personal lo inunda en su intimidad y lo empieza a cuestionar: "¿Estará bien lo que hago? Bueno, al fin que nadie se va a dar cuenta (i Y usted !!!, ¿acaso no se está dando cuenta?). ¿Seré capaz de besar a otra persona después del amor que me profesa mi pareja? ¿Y si me fugo nada más tantito?"
Estas y otras preguntas son originadas en su propia autoestima, créamelo; en su misma identidad se empiezan a gestar estos cuestionamientos que le impiden apagar con facilidad la luz de su conciencia. Por eso necesitamos de auto estima, por la decisión para pensar o no pensar, y en ello se entiende la altísima responsabilidad de los actos libres del ser humano.
Ahora bien, no debemos confundir la auténtica autoestima con la pseudo autoestima o falsa auto estima, que es "mi valía por causas ajenas a mí". Recuerde que la verdadera autoestima se fundamenta en usted mismo, no en los bienes materiales alrededor de su persona. La falsa autoestima es cuando nos valoramos por nuestro dinero, apellidos, membresías a algún club privado, popularidad, tarjetas de crédito, aclamación, adquisiciones materiales, cirugía plástica, conquistas sexuales, la gente con quién convivimos socialmente entre otras.
Recuerdo cuando en alguna ocasión salía de una de mis conferencias que había dictado en una universidad para mujeres al sur de la ciudad. Fue un verdadero espectáculo. Ahí las niñas no caminaban, partían plaza, moviéndose al ritmo de las marcas de ropa, conquistas amorosas, tono de voz y forma de hablar (muy peculiar, por cierto), etc.
Estaba a punto de abordar mi automóvil cuando una de estas niñas con alrededor de 19 años de edad se acercó a mí y me preguntó: -"perdón por la molestia, pero me surgió una duda, ¿tienes a couple of minutes?". -"Yes", le dije. Y en ese mismo instante me arremetió con una curiosa pregunta: -"¿Cómo cuánto calculas que valga yo?". Le confieso que reflexioné un poco e hice mis cálculos. Me acuerdo que le respondí algo similar a esto: -"Mira, la cantidad exacta no la sé, pero probablemente te sirva el estudio que realizó hace algunos años el Dr. Donald Foreman, jefe del departamento de bioquímica de la universidad de Evanston, quien pulverizó a un cadáver para cotizar sus diferentes componentes tales como, minerales, carbohidratos, lípidos, proteínas, aminoácidos, etc., y con una talla de 1.70 m y peso de 72 Kg., según las últimas cotizaciones internacionales su valor ascendía a 5.75 dólares. Ahora bien, si tú eres más corta de estatura y de menor peso, pues andarás alrededor de los 4 dólares con 50 centavos". No logré entender por qué simplemente se dio media vuelta y se fue.
La auténtica autoestima es una íntima experiencia que habita en uno mismo, y que nadie en el mundo puede ni debe decirnos cuánto valemos. Este nivel de autoestima nos confiere la capacidad y el valor para actuar y lograr alcanzar metas, teniendo al final un profundo sentido de orgullo propio, entendiéndose éste como un premio emocional. La auténtica autoestima es una experiencia tan íntima que me permitiré explicarlo mejor con una metáfora:
Se encontraba un buen hombre, de oficio globero, caminando por el parque en una tarde veraniega tratando de vender sus globos. En esa ocasión llevaba muchos globos de muy variados colores: rojo, azul, blanco, negro, morado, verde, etc. Después de caminar varios minutos, se le acercaron muchos niños queriendo adquirir uno de sus fantásticos globos, cuando, de repente, llegó toda una pandilla de pequeños traviesos que al empujarlo, hicieron que se le escaparan de entre sus manos un grupo de tres o cuatro globos. Se habían escapado hacia el cielo. El globero miró a los pequeños rapaces con un poco de enojo al haber perdido esa venta, pero después de unos momentos, y gracias a la gran inteligencia de este buen hombre, todo volvió a la normalidad y siguió vendiendo.
Lo más curioso es que lejos de la escena lo observaba un pequeño de 8 años que había visto todo: cómo vendía sus globos, cuando llegaron los niños y habían volado los globos de colores, etc. Este niño era muy tímido, pero cuando el buen hombre, el globero, se percató del pequeño escondido tras un árbol lejano, se acercó a él y le preguntó: -"¿qué te pasa, por qué no juegas como los otros niños?". El pequeño, quien era negro y de pelo emulado, respondió -"Es que no me juntan a jugar". El buen hombre le dijo: -"Ven, sal de ahí y te regalaré un globo. ¿Te agrada la idea?". El infante salió de inmediato y le hizo una última pregunta, como temiendo por la respuesta: -"Oiga, señor globero, hace rato observé cuando volaron los globos de colores y tengo una duda, ¿el globo negro que usted tiene, si lo suelta también logrará subir?". Para suerte del pequeño, el globero era una persona con una gran calidad humana, y de esa manera le respondió una gran verdad: -"Hijo mío, aprende que lo que hace subir a un globo no es su color, sino lo que lleva dentro".
Esa experiencia tan profunda y propia de la auténtica auto estima también se puede llegar a manifestar en nuestro exterior como una mera consecuencia. Una persona con alta auto estima tiene un rostro en el que se percibe el placer de estar vivo, serenidad al hablar de logros y fracasos, una actitud de comodidad para dar y recibir cumplidos, apertura ante la crítica, posee una gran capacidad para gozar del buen humor; se le observa relajado con ojos despiertos y brillantes, con una postura erguida, camina con decisión y su voz suele ser modulada. Estas son algunas características que he observado en personas con gran autoestima; no son las únicas, pero sí suelen ser las más frecuentes.
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