El Arte de las Relaciones Humanas III
"Cualquier cosa que se aprende se puede desaprender y volver a aprenderse. En este proceso llamado cambio es donde radica nuestra esperanza" - Alejandro Ariza
¿Cómo podríamos definir una relación?
Existen varias posibilidades para definir este concepto que nos ocupa. Sin embargo, me gustaría compartir con usted unas cuantas definiciones que me han ayudado mucho a entender al ser humano en este aspecto de su vida:
Una relación es una sociedad elegida. Es amar a alguien en quien incluso las imperfecciones se consideran como una posibilidad y, por consiguiente, algo bello; es cuando el descubrimiento, la lucha y la aceptación son la base de un constante crecimiento y sorpresa.
Una relación es aquella en la cual los individuos confían tanto (¡pero tanto!) el uno en el otro que se vuelven vulnerables, pero seguros de que la otra persona no se aprovechará de ello. Es algo que implica mucha comunicación.
Una relación basada en amistad es aquella en la cual uno puede mostrarse franco y honesto con la otra persona sin el temor de ser juzgado. Es "sentirse seguro" sabiendo que ambos son los mejores amigos y que no importa lo que suceda, siempre estarán uno al lado del otro.
Una relación de amor es aquella en la cual hay una mutua preocupación por el crecimiento y el progreso del otro; en donde las actitudes posesivas ceden el paso a la entrega de uno mismo a la otra persona; en donde el egoísmo cede el paso al dar desprendidamente, a la participación y la solicitud; en donde siempre se mantienen abiertas las líneas de comunicación y se le concede la máxima importancia a lo bueno que hay en la otra persona.
Esto representa para mí y para varios autores el hecho de entablar una relación positiva, una relación sustentada en el amor. Si alguno de estos conceptos le hicieron vibrar ahora mismo mientras sostiene este libro en sus manos, ¡me alegra grandemente!. Es usted una persona más de las interesadas en vivir su vida con más momentos de felicidad y plenitud. Le confieso mi gran emoción al descubrir que ahora mismo usted y yo estamos entablando una relación, ¿se da cuenta?, ¡qué maravilloso! Por favor, no crea que usted está leyendo "simplemente"; no, no, no. Todas las letras que ha unido en palabras a lo largo de este libro, alguien necesitó escribirlas; es donde se presentó mi turno en esta relación. Discúlpeme si con esta reflexión se siente ofendido al ser una verdad que por sabida debiera callarse, al ser una verdad de Perogrullo, "si usted lee, alguien escribió (yo)", pero créame que es algo que va más allá de lo evidente, esta relación que me ha permitido establecer con usted desde el primer momento en que abrió este libro, es una mágica aventura para ambos. Por un motivo superior nos hemos encontrado a través de la palabra escrita. Usted ha decidido leerme y yo he decidido escribirle.
Usted y yo hemos vivido la mágica relación basada en el amor en donde se ofrece consuelo ante la silenciosa presencia de otra persona con la que uno, a través de silencios y lenguaje corporal, sabe que comparte un sentimiento mutuo de confianza, honestidad, admiración, devoción y esa emoción tan especial de felicidad por el simple hecho de estar juntos.
¿Qué dice usted cuando se comunica?
Todos tenemos un lenguaje, en mayor o menor grado. Existen muchas teorías que nos explican cómo nos comunicamos y cómo aprendemos a hacerlo. Sin embargo, se sigue avanzando en los estudios acerca de la comunicación hoy en día. ¿Por qué? ¿Acaso no ya todas las letras del abecedario se conocen? ¿Acaso ya rebasó los dos años de edad y logró aprender a hablar? Muy posiblemente ya haya aprendido a hablar, pues ahora hay que aprender a comunicarse, algo muy diferente.
Usted y yo fuimos niños. Hoy sabemos perfectamente bien que los niños están sorprendentemente armonizados con los sonidos del lenguaje y que "aprenden lo que ven y escuchan". De todas las palabras con las que se encuentran en sus primeros años, ¿no le resulta impactante que un bebé pueda establecer la diferencia entre "leche", "mamá" y "papá"? Las palabras que escuchan son las que aprenderán. Del mismo modo, las palabras que escuchamos usted y yo fueron las que aprendimos. Esas palabras son los instrumentos con los que organizamos nuestra vida y medio ambiente así como interactuar con él. Cuando un niño de edad preescolar grita: "¡Se me están poniendo los nervios de punta!" ¿En dónde aprendió eso? Con absoluta seguridad le garantizo que no lo hizo de manera instintiva.
De tal suerte que, o escuchamos el lenguaje de amor en nuestro medio ambiente o, bien, no lo escuchamos. Aprendemos los símbolos necesarios para relacionamos mutuamente o, bien, no lo hacemos.
Si usted cree con esto que nuestro destino ya está marcado por nuestra infancia, le puedo asegurar que está en un gran error. Gran error si no decidiera aprender nuevos conceptos, nuevas palabras, nuevas perspectivas; en general, si no decidiera generar en usted una NUEVA CONCIENCIA. En usted está la decisión, también en usted están los resultados de su calidad de vida.
Vale la pena aprender a decir "te amo", "te necesito", "eres muy importante para mí". Si usted es una de esas personas a las cuales les cuesta mucho trabajo "decir" lo que sienten, o si es de las que les es casi imposible decir "te amo", pues bien valdría la pena reflexionar en qué medio ambiente usted se desarrolló, la familia en la que nació y las palabras que se solían usar ahí. Si después de este breve estudio ha decidido que necesita "aprender nuevas palabras", nuevos conceptos, para así poder comunicarlos, lo felicito y lo invito a que juntos sigamos aprendiendo...
Del Taller de Autoestima Volumén 1 de Juan Carlos Fernández