¿Podrías mencionar alguno de esos egosentimientos?
Algunos ya los hemos mencionado cuando hemos hablado sobre la vanidad, el orgullo y la soberbia, porque son manifestaciones del egoísmo. Pero ahora los trataremos con mayor profundidad, sobre todo los que son más complejos y confusos de comprender, como el apego.
Estos son los más importantes:
a) Avaricia, codicia, lascivia, odio, agresividad, envidia.
b) Apego, absorbencia, celos, ira, rencor, impotencia, lujuria, culpabilidad, miedo, tristeza.
Todo esto me recuerda a los siete pecados capitales, ¿tiene algo que ver?
No son pecados, sino manifestaciones del egoísmo, aunque cierto es que si uno se deja arrastrar por ellos puede llegar a cometer gran cantidad de actos contra la ley del amor, y la del libre albedrío, que tendrá que reparar.
¿Por qué los distingues en dos grupos?
Los primeros son manifestaciones del egoísmo más primitivas. En los segundos, aunque son también manifestaciones del egoísmo, hay un componente adicional, y es que ya hay implícito un conocimiento mayor de lo que son los sentimientos.
¿Podrías definir en qué consiste cada uno de esos egosentimientos para que me haga una idea más exacta?
Sí. Empecemos por la avaricia y el apego. Los analizaremos de forma conjunta porque, como veremos, el apego es una derivación avanzada de la avaricia.
Avaricia- Apego
La avaricia es el afán excesivo de acumular bienes materiales. La persona avariciosa es aquella que tiene mucho para dar, materialmente hablando, pero se niega a compartir lo que considera suyo con los demás. Cuando el espíritu avanza en el conocimiento de los sentimientos pero mantiene su incapacidad para compartir, la avaricia material se transforma en avaricia espiritual. La avaricia espiritual es el apego, o dificultad para compartir el cariño de las personas que son consideradas incorrectamente como propiedad de uno, por ejemplo, los hijos, la pareja, etc. El que sufre de apego sólo quiere querer a unos pocos y suele exigir que los demás hagan lo mismo. Hay mucha gente que equivocadamente cree que ama, y dice que sufre mucho porque ama mucho, cuando en realidad lo que le ocurre es que sufre de apego y por apego. Sólo cuando el espíritu avanza comienza a reconocer la diferencia entre amor y apego.
¿Puedes explicar la diferencia entre amor y apego?
Sí. Cuando uno ama procura respetar el libre albedrío de la persona querida y el suyo propio. Intenta hacer lo posible para que la persona querida sea libre y feliz, aunque ello implique renunciar a estar con esa persona. En el caso del apego, la persona que lo padece está pensando más en satisfacer su propio egoísmo que en el bienestar de la persona querida. Por ello tiene tendencia a vulnerar el libre albedrío de la persona a la que supuestamente quiere, reteniéndola a su lado en contra de su voluntad o coaccionándola para que haga lo que uno quiere, obstaculizando al máximo las relaciones con otros seres, a los que considera su “competencia”. Aquel que ama de verdad no es posesivo con la persona amada, ni se molesta porque la persona amada quiera también a otras personas. Puede que el apego se agote, pero el amor verdadero, el amor auténtico, no se gasta. Por querer cada vez a más personas no significa que se quiera menos al resto. Pero el apego nos hace creer que sí. Que lo que se le da a los demás se nos quita a nosotros. El que siente apego exige, obliga y fuerza los sentimientos. Siempre espera algo a cambio de lo que hace. Está muy pendiente de exigir, de recibir y sólo da por interés, a condición de que se le dé primero lo que ha pedido. También por apego uno puede vulnerar su propio libre albedrío y obligarse a hacer cosas que no siente. El que siente auténtico amor da incondicionalmente y deja libertad a los sentimientos. No obliga, ni fuerza, ni exige nada a cambio de la persona a la que ama.
Me vendría bien algún ejemplo que me aclarara las diferencias.
Vale. Imagina que dos personas que dicen amar a los pájaros, se encuentran.
La primera los tiene alojados en bellas jaulas doradas, en una habitación climatizada. Les da pienso de alta calidad y agua de manantial embotellada, y los lleva al veterinario periódicamente. La segunda simplemente les lleva comida al parque, los acaricia cuando se posan y les atiende cuando están heridos y no pueden volar.
La primera persona dice: ¡Cuánto quiero a mis pájaros! Me gasto una fortuna en ellos para que tengan todas las comodidades que no tendrían si vivieran salvajes! ¡Pero me duran tan poco! Siempre están enfermos y por mucho que me gasto en medicamentos y en veterinarios se mueren prematuramente. ¡Cuánto me hacen sufrir! ¿Qué puedo hacer?
La segunda persona dice: Los pájaros que yo cuido no me pertenecen. No están encerrados en jaulas, sino que viven en libertad. Soy feliz porque sé que ellos no están conmigo obligados por los barrotes de una jaula, sino porque lo han elegido libremente. Soy feliz porque los veo vivir conforme ellos quieren, volando en libertad. Sus pájaros, amigo mío, se mueren de pena, porque no son libres. Abra sus jaulas para que puedan volar en libertad y vivirán porque serán libres, porque serán felices.
El primero responde: ¡Es que si les abro la jaula se escaparán y ya no los volveré a ver!
El segundo responde: Si se escapan es porque han estado retenidos en contra de su voluntad y se alejan de lo que para ellos es una vida de esclavitud. Mis pájaros no huyen de mí, porque saben que son libres de ir y venir cuando les plazca. Al contrario, cuando me ven llegar al parque acuden inmediatamente, me rodean y se posan sobre mí.
El primero dice: Lo que usted tiene es lo que yo deseo. Que mis pájaros me quieran.
El segundo dice: Lo que usted quiere jamás lo obtendrá por la fuerza. Les ha colmado de comodidades para intentar compensarles de la carencia de lo que más ansían: volar en libertad. Si realmente les quiere, deje que vivan su vida en libertad.
¿Quién es el que ama y quién es el que siente apego?
Siente apego el que quiere al pájaro enjaulado. Siente amor el que quiere al pájaro libre.
Continuará...
Título: Las Leyes Espirituales
Autor: Vicent Guillem
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