Sucede que vuestro planeta se aproxima a la posibilidad de un cambio de nivel. Puede dejar de ser un planeta de tercer nivel y pasar a ser uno de cuarto. Y esto puede ocurrir si un número suficiente de espíritus consigue tomar conciencia del destino del espíritu, de su inmortalidad, de que todos los seres somos hermanos y encarnamos para evolucionar espiritualmente, para aprender a amar y para deshacernos de nuestro egoísmo, siendo este último el causante de todos lo males del planeta. Estos espíritus trabajarán para que se establezca en la Tierra una nueva forma de hacer las cosas, basada en el amor y esto transformará el mundo a todos los niveles: a nivel social, económico, político... Pero ocurre que al mismo tiempo existen multitud de espíritus que no quieren renunciar a su egoísmo, como los poderosos que manejan el mundo, que no quieren que nada cambie porque no quieren renunciar a su poder y a su riqueza material, basada en la opresión de sus hermanos, y que se opondrán con todas sus fuerzas a los intentos reformadores del primer grupo. Cada espíritu deberá tomar una decisión, o luchar por el amor o luchar por el egoísmo, y trabajar activamente por la elección que haya tomado. Y esta es la circunstancia excepcional, la oportunidad extraordinaria de progreso para el espíritu que opte por el bando del amor, porque deberá enfrentarse a multitud de obstáculos: la incomprensión, la calumnia y la violencia de aquellos espíritus que todavía se aferran al egoísmo, que intentarán que renuncie por todos los medios a su objetivo. Y si, a pesar de todos los ataques, humillaciones y agresiones de todo tipo, consigue seguir creyendo en el amor, estará un paso más cerca del gran objetivo del espíritu, el llegar a amar incondicionalmente.
Sí, me conozco la historia. En las películas tal vez ganen los buenos, pero en la realidad al final siempre ganan los malos, porque los buenos, como son pacíficos, siempre son masacrados. La historia está llena de casos como este: los primeros cristianos, los cátaros...
Ciertamente que la prolongación indefinida de esta lucha produciría un estancamiento espiritual y un sufrimiento inmerecido y estéril del grupo de amorosos, debido a que el grupo egoísta podría boicotear indefinidamente todos sus intentos de transformación. Pero esta lucha tan intensa no se prolongará indefinidamente. Será necesario que haya finalmente una separación de los dos grupos. La separación implica que uno de los grupos ha de abandonar el planeta para pasar a encarnar en otro u otros planetas en los que se encuentren las condiciones adecuadas a su nivel evolutivo. Vuestra humanidad está viviendo un proceso de este estilo al final del cual se producirá una selección espiritual como la descrita.
Esto me recuerda al juicio final del Apocalipsis bíblico ¿Tiene algo que ver?
Digamos que el juicio final del que se habla en la Biblia es una interpretación personal del autor respecto a unas visiones del probable futuro de la Tierra, donde vislumbró este proceso, y al escribirlo lo plasmó de esa manera, conforme a su capacidad. Por supuesto que el final del ciclo no es el final del mundo, sólo el final de una etapa. Y tampoco el hecho de haber decidido no renunciar al egoísmo ahora implica que esa elección sea definitiva. Uno puede cambiar de opinión cuando quiera y, si no ha aprovechado esta oportunidad, podrá hacerlo más adelante. Por tanto, tampoco es Dios el que elige “a los buenos para ponerlos a la derecha y a los malos a la izquierda” sino que la elección parte de uno mismo. El mundo espiritual da las mismas oportunidades a todos y es uno mismo a través del libre albedrío el que elige lo que quiere hacer, en qué mundo quiere vivir. Dependiendo de la voluntad y hacia donde dirija su esfuerzo, tendrá una cosa u otra. Los que quieren vivir en el amor vivirán en un mundo basado en el amor. Los que quieren vivir en el egoísmo vivirán en un mundo basado en el egoísmo, hasta que se den cuenta de que vivir de ese modo les hace desgraciados y entonces decidan cambiarlo.
¿Y cuál es el grupo que se va y el grupo que se queda?
Depende. Existen dos opciones. Si el número de espíritus que han conseguido evolucionar no es suficiente para conseguir encaminar el planeta hacia el amor, entonces el planeta en su conjunto no dará el salto evolutivo. Mantendrá su nivel vibratorio actual, albergando a los espíritus que no dieron el salto evolutivo. Serán los que dieron el salto los que sean transferidos a planetas de mayor nivel evolutivo para encarnar allí. Seguirá siendo entonces la Tierra un planeta de tercer nivel que quedará para seguir siendo habitado por los espíritus que no quisieron desprenderse del egoísmo, volviendo a enfrentarse durante unos cuantos milenios al mismo tipo de pruebas que no superaron. Mientras, los espíritus amorosos, que sí quisieron renunciar al egoísmo, encarnarán en planetas de un nivel superior, acorde con el nivel evolutivo que ellos han conseguido para sí mismos, donde encontrarán a otros espíritus que armonizan con su propio interior, y donde podrán ser felices, al no encontrar oposición para la manifestación de su amor, y donde enfrentarán retos más avanzados.
Por el contrario, si el número de espíritus que han conseguido evolucionar es suficiente para conseguir que la humanidad se encamine y rija según las leyes espirituales, el planeta en su conjunto dará el salto evolutivo. Los espíritus que sí han conseguido dar ese salto evolutivo serán los que se queden en el planeta, mientras que los que no lo den serán transferidos a planetas de su mismo nivel evolutivo para encarnar allí. Esto es lo que significa la frase que Jesús dijo en el sermón de la montaña: “Bienaventurados los mansos, porque ellos heredarán la Tierra.” Esta frase no puede ser entendida sin el conocimiento de la reencarnación, de la ley de la evolución y de la justicia espiritual. Pues ¿cómo van a poseer la tierra los mansos, si estamos cansados de ver que son los opresores, los poderosos, los violentos, los que acaban ostentando el poder y el dominio sobre la tierra, mientras que “los mansos”, los pacíficos, siempre son los que tienen que huir de los conflictos, si no quieren acabar siendo masacrados? Y es que Jesús está hablando precisamente de ese proceso de selección en función del nivel evolutivo, que llevará a encarnar en el futuro en la Tierra a aquellos espíritus que hayan avanzado en el amor y la paz (“los mansos”), mientras que aquellos que no cumplan la ley del amor serán transferidos o “desterrados” para que encarnen en un planeta más acorde con su nivel evolutivo.
¿Cómo se transferirán los espíritus que no pueden quedarse a otros mundos?
Será un proceso gradual. Los espíritus que no armonicen con el nivel vibratorio del planeta, una vez hayan fallecido, dejarán de encarnar en la Tierra, y pasarán a encarnar en otros planetas con su mismo nivel evolutivo. En el caso de que el planeta ascienda de nivel, la subida en el nivel vibratorio imposibilitará a los espíritus que no hayan alcanzado dicho nivel nacer en este mundo, así que habrán de encarnar en mundos que se correspondan con su nivel vibratorio. A partir de cierto momento sólo nacerán niños con un patrón vibratorio mínimo.
¿Entonces habrá que esperar a morir para poder pasar a otro planeta?
Normalmente sí, pero no siempre. En caso de catástrofes planetarias también se permiten las transferencias de espíritus físicamente encarnados a través de la actuación de civilizaciones extraterrestres con la tecnología suficiente para transportar a miles de personas de un planeta a otro, de forma semejante a cuando se producen catástrofes naturales en ciertas regiones de vuestro planeta, que se ponen en marcha misiones de ayuda humanitaria con el objetivo de atender y evacuar a los supervivientes de las zonas afectadas.
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Autor: Vicent Guillem
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