Todos necesitamos alguna muestra de aprobación para seguir con nuestros afanes diarios. Un estímulo es un reconocimiento, un visto bueno, una muestra oportuna de afecto que vuelve a engendrar el entusiasmo inicial que se fue perdiendo en la rutina diaria del esfuerzo.
Hay palabras, gestos, encuentros indispensables en la convivencia. Son mínimos, pero esenciales; fugaces, pero se recuerdan, tan económicos como indispensables. Sin embargo, no abundan en nuestra sociedad; más bien son interpretados como signos de debilidad, una forma de ceder en el combate interminable de las exigencias. ¿Por qué seremos tan mezquinos con estas gratificaciones que nada cuestan y siempre queremos recibir? ¿Quiere usted cambiar el clima humano en su ambiente laboral, familiar, deportivo? Le ofrezco una iniciativa muy simple para que la aplique e investigue sus consecuencias: cada vez que pida algo a alguien diga "por favor" y mencione su nombre. Cuando obtenga lo que ha pedido, no olvide decir "muchas gracias". No se trata de memorizar el procedimiento que recomiendo, se trata de aplicarlo, pues si no carece de todo valor.
Una importante vaquería adquirió en la exposición rural una vaca lechera extraordinaria, hermosa, de fabulosa producción diaria. El magnífico ejemplar, un caso único, durante años brindó abundante y excelente leche, pero un día no dejó caer ni una sola gota de su generoso y robusto cuerpo. Los vaqueros, preocupados, consultaron a los veterinarios más calificados y todos fracasaron. La vaca dejó de dar su excelente leche. Desconsolados, los productores pidieron ayuda a un campesino del lugar famoso por su criterio y sencillez. El experimentado hombre de campo, que había conocido muchas vacas en su vida, pidió "conversar" a solas con el animal. Todos, desde lejos, lo vieron hablarle al oído durante cinco minutos. Terminada su conversación, el buen hombre anunció que ya estaba superado el problema, por ahora... La vaca volvió a ofrecer su mejor leche y abundante, como lo había hecho siempre. Todos querían saber los secretos de la técnica y acosaron con preguntas al sabio ordeñador. El hombre humildemente, respondió: -Saben lo que ocurre, que hace diez años que la exprimen y nunca nadie le dijo: "Te quiero".
Es tan frecuente sentir diariamente que nos oprimen con fuerza, sin recibir nunca un pequeño estímulo gratificador.
Fuente: ABC.com
Hay palabras, gestos, encuentros indispensables en la convivencia. Son mínimos, pero esenciales; fugaces, pero se recuerdan, tan económicos como indispensables. Sin embargo, no abundan en nuestra sociedad; más bien son interpretados como signos de debilidad, una forma de ceder en el combate interminable de las exigencias. ¿Por qué seremos tan mezquinos con estas gratificaciones que nada cuestan y siempre queremos recibir? ¿Quiere usted cambiar el clima humano en su ambiente laboral, familiar, deportivo? Le ofrezco una iniciativa muy simple para que la aplique e investigue sus consecuencias: cada vez que pida algo a alguien diga "por favor" y mencione su nombre. Cuando obtenga lo que ha pedido, no olvide decir "muchas gracias". No se trata de memorizar el procedimiento que recomiendo, se trata de aplicarlo, pues si no carece de todo valor.
Una importante vaquería adquirió en la exposición rural una vaca lechera extraordinaria, hermosa, de fabulosa producción diaria. El magnífico ejemplar, un caso único, durante años brindó abundante y excelente leche, pero un día no dejó caer ni una sola gota de su generoso y robusto cuerpo. Los vaqueros, preocupados, consultaron a los veterinarios más calificados y todos fracasaron. La vaca dejó de dar su excelente leche. Desconsolados, los productores pidieron ayuda a un campesino del lugar famoso por su criterio y sencillez. El experimentado hombre de campo, que había conocido muchas vacas en su vida, pidió "conversar" a solas con el animal. Todos, desde lejos, lo vieron hablarle al oído durante cinco minutos. Terminada su conversación, el buen hombre anunció que ya estaba superado el problema, por ahora... La vaca volvió a ofrecer su mejor leche y abundante, como lo había hecho siempre. Todos querían saber los secretos de la técnica y acosaron con preguntas al sabio ordeñador. El hombre humildemente, respondió: -Saben lo que ocurre, que hace diez años que la exprimen y nunca nadie le dijo: "Te quiero".
Fuente: ABC.com