Tal como lo expones me recuerda a lo que el personaje de Don Quijote acaba sintiendo por Dulcinea del Toboso
Es un buen ejemplo de lo que significa la fascinación y la obsesión sentimental.
En la obsesión trabaja mucho la mente y poco el sentimiento, hasta el punto de que uno puede llegar a creer que lo que piensa es lo que siente. La falta de atención a los sentimientos hace que ni siquiera se preocupen por si son correspondidos o no. Suelen ser personas que no actúan con sinceridad, pues suelen tener miedo al rechazo y no están dispuestas a admitirlo. Su propósito es conseguir a la persona deseada a cualquier precio, incluso pasando por encima de su voluntad si hace falta. Por eso no expresan abiertamente sus intenciones, sino que actúan con astucia para conseguir lo que quieren sin dar la oportunidad al otro de decir no. Si son físicamente bellos creen poder doblegar la voluntad y el sentimiento de la otra persona a través de la seducción. Si son inteligentes estudian las debilidades de la otra persona y utilizan ese conocimiento para poder conquistarla a través de la persuasión, el halago y la satisfacción de las necesidades y caprichos de la otra persona. Si son espíritus poco sensibles, en caso de no conseguirlo por estas vías, utilizarán otros métodos que vulneran todavía más el libre albedrío, como el chantaje, la intimidación, la coacción y la violencia.
¿Qué pasaría si llegaran a conseguir a la persona que desean? ¿Serían felices?
No. Por un tiempo sienten la satisfacción de haber conseguido lo que deseaban. Pero cuando observan que la realidad no está a la altura de sus expectativas, sufren grandes decepciones y eso hace que se desencanten rápidamente de la relación. A sus ojos, su ahora pareja, a la que veían antes como un dios o una diosa pasa a ser ahora alguien normal y vulgar para ellos, lo que hace que progresivamente pierdan el interés por ella. Suelen culpar al otro de que la relación no funcione, cuando en realidad su insatisfacción viene de la falta de sentimiento que se esconde tras la fascinación. Sin embargo, pueden volverse posesivos si perciben que otras personas se interesan por su pareja, porque la consideran un trofeo que les ha costado mucho conseguir y que por eso les pertenece en propiedad. Y entonces ni viven, ni dejan vivir, ya que ni son felices en la relación ni permiten que la otra persona se libere de ella y busque la felicidad por otro lado. Es como el niño caprichoso que patalea cuando los padres no acceden a comprarle un juguete que desea y, cuando lo consigue, juega un ratito y luego se cansa de él. Pero si otro niño se interesara por el juguete entonces vuelven interesarse por él, no porque les vuelva a resultar atractivo, sino porque no quieren ceder lo que consideran de su propiedad.
¿Cómo se supera la obsesión sentimental?
Se debe superar el apego activo, esto es, la concepción del amor con derecho de propiedad. Si la persona no es correspondida en sus sentimientos, tiene que aceptar esta realidad sin intentar forzar un cambio, ya que los sentimientos son libres y no se pueden ni deben forzar, pues lo único que conseguiría es sufrir y hacer sufrir. Si la obsesión se da en una persona reprimida se supera a través de vencer la timidez y la represión, teniendo la valentía de expresar lo que se siente en cada momento con sinceridad, sin ocultar su intención por miedo del rechazo. De esta manera conseguirá que sus relaciones sean reales y no generará fantasías ni obsesiones en torno a la persona que le gusta, pues si es correspondido podrá tener una relación natural con ella, sin necesidad de engaños ni manipulaciones y, si no lo es, podrá pasar página con la conciencia tranquila, sin aferrarse al pensamiento de lo que pudo haber sido y no fue por no haberlo intentado.
La culpabilidad sentimental en la relación de pareja
Es el sentimiento de culpa que se presenta cuando una persona intenta forzar su propia libertad de sentimiento, bien porque se obliga a sentir lo que no siente, o bien porque se obliga a reprimir lo que siente. Se da con frecuencia en las personas que sufren de apego pasivo.
Una de las situaciones donde se pone de manifiesto la culpabilidad sentimental es cuando en una relación de pareja una persona se da cuenta de que no está enamorada, pero cree que por haberse creado el vínculo de pareja y haber pasado tiempo juntos esto le obliga a estar enamorada y a continuar la relación. Es decir, que se esfuerza por sentir amor de pareja por su cónyuge porque cree que es su obligación. Este esfuerzo incluye darle al otro lo que se supone le corresponde por ser su pareja, como el complacerle en la sexualidad, el atenderle y dedicarle tiempo. Y todo esto lo hace porque se siente culpable de no amarlo, porque cree que debe compensarle de alguna manera por la falta de amor por su parte. Otra situación donde se pone de manifiesto la culpabilidad sentimental es cuando una persona se enamora de otra pero al mismo tiempo juzga que ese amor es incorrecto de acuerdo con su código de conducta moral. Pongamos como ejemplo el caso de una persona que se enamora de alguien que ya tiene pareja, o que ella misma ya tenga pareja. En este caso la persona se siente culpable de amar a ese alguien "no adecuado" al que supuestamente no debe amar y se obliga a reprimir o renunciar a ese amor que juzga inmoral o prohibido. De esta manera se condena a sí misma a ser desgraciada.
¿Y qué se supone que debe hacer una persona si ocurre esto, quiero decir si se enamora de alguien cuando ya tiene pareja?
Puede hacer lo que ella quiera. Pero si quiere ser feliz deberá luchar por los sentimientos.
¿Quiere decir que debería romper la relación anterior para unirse con la persona que ama?
Una relación sin amor ya está rota por el mero hecho de que falta el amor. Solo falta reconocerlo y obrar en consecuencia. Ya hemos hablado de esto antes. Si no ama al cónyuge debería de ser sincera y tener la valentía de exponérselo, y a continuación dar por finalizada la relación de pareja formalmente. Esto es independiente de si ama a otra persona o no. Si además ama a otra persona debe admitir la realidad de sus sentimientos y luego expresarlos a la persona amada, para saber si existe una correspondencia de sentimientos o no, y luego aceptar la decisión de la otra persona, sea cual fuere. Si hay una correspondencia de sentimientos y una voluntad de estar juntos como pareja, nada ni nadie lo puede ni debe impedir y menos el sentimiento de culpa, pues espiritualmente no tiene ningún fundamento.
Pero entiendo yo que una situación como la anterior suele despertar sentimientos de culpa. ¿Cómo se supera esa culpabilidad sentimental?
Despierta los sentimientos de culpa porque tenéis una concepción equívoca de lo que es el amor de pareja, de tipo "posesivo" o de apego, y porque habéis creado en torno a ella unas normas morales igualmente equívocas, como el matrimonio con derecho de propiedad y la indisolubilidad del mismo. Para superar la culpabilidad es necesario tomar conciencia de que los sentimientos son libres y espontáneos, que no se pueden ni se deben forzar, y que no obedecen a ningún convencionalismo. Cada uno tiene derecho a amar libremente a quien quiera y ni siquiera uno mismo se puede obligar a sentir lo que no siente, ni a dejar de sentir lo que siente, sin que esto sea culpa de nadie. Nuevamente venimos a parar al mismo punto, el respeto a la libertad de sentimiento. En este caso se trata de respetar la libertad de sentimiento de uno mismo y de no castigarse injustamente por un supuesto delito que no existe. Nadie debe sentirse culpable de sentir el amor verdadero, aunque sea a través de transformar su vida de cabo a rabo, porque el sentimiento de culpa, si no se supera, es un obstáculo que impide sentir y vivir plenamente estos sentimientos e impide disfrutar de la felicidad que emana de ellos.
¿Qué es el miedo al amor?
Como su propio nombre indica, es el temor que alguien puede tener a sentir amor porque cree que esto le será una causa de sufrimiento. Suele ocurrir habitualmente en personas que han vivido experiencias traumáticas en el pasado, bien porque su ex pareja les hizo sufrir o bien porque terceras personas actuaron para destruir una relación sentimental existente, y consiguieron su objetivo. También se da en personas que han recibido una educación represiva con los sentimientos desde la infancia que les ha limitado su libertad de sentimiento. Tienen miedo de sentir libremente porque temen algún tipo de represalia contra ellos. También se les suele condicionar para que sientan remordimientos si su sentimiento no es correcto desde el punto de vista de las normas de conducta que han aprendido.
Las personas que tienen miedo al amor suelen ser desconfiadas a la hora de relacionarse con los demás, porque temen que éstos utilicen lo que conocen de ellas para hacerles daño. Por eso suelen ser reservadas y se dan difícilmente a conocer tal y conforme son. Temen a la incomprensión, al rechazo, al chantaje, a la amenaza, a la manipulación, a la calumnia, a la agresividad y creen que si no se dan a conocer, que si ocultan o reprimen sus sentimientos, impedirán que nadie actúe contra ellos. Por eso tienen tendencia al aislamiento emocional, porque creen que es la mejor forma de evitar que les hagan daño.
Entonces el aislamiento emocional es una buena arma para evitar que a uno le hagan daño, ¿no?
No. El miedo al sufrimiento emocional hace que la persona se cubra bajo una coraza que aparentemente le protege de las agresiones emocionales de los demás, pero al mismo tiempo le impide ser feliz, porque esa coraza también le impide expresar el amor que siente por los demás y percibir el amor que otras personas pueden sentir hacia ella. En este caso el daño no se lo causan los demás sino ella misma, pero no por ello deja de ser un sufrimiento muy intenso.
¿Puedes poner algún ejemplo que sirva para aclarar cómo el aislamiento genera sufrimiento?
Sí. Imagina que una persona emocionalmente aislada conoce a su alma afín y ésta se le acerca con la intención de expresarle sus sentimientos. En condiciones normales ambos podrían expresar sus propios sentimientos y sentir el amor del otro, y esto les haría felices. Pero la persona que está aislada, por el miedo y la desconfianza, no percibe el amor que le dan y al mismo tiempo reprime sus propios sentimientos de amor. Y esto es lo que le hace sufrir. Al mismo tiempo hace sufrir a su alma afín porque le impide que le transmita su amor y porque ésta tampoco se siente amada. Seguramente su alma afín se sentirá frustrada y confundida porque no entiende qué esta pasando. Incluso puede llegar a sentirse culpable de su sufrimiento, tomar temor a expresar sus sentimientos e incluso cuestionarse si es correspondida, por lo que puede llegar a desistir del intento de iniciar una relación de pareja con ella. Y de esta manera, por culpa del aislamiento emocional, que deriva del miedo y la desconfianza hacia el amor, dos almas afines que podrían haber sido felices juntas, acaban separando sus caminos y continúan sin experimentar la felicidad.
Pero ¿no es verdad que hay personas que no han tenido malas experiencias en la vida respecto a las relaciones de amor y aún así tienen miedo de amar o de enamorarse? ¿A qué se debe ese miedo en estos casos?
El trauma emocional puede venir de una vida anterior. Aunque no se conserven en la memoria las circunstancias del pasado, si no ha superado su trauma, éste queda impregnado en su espíritu y por ello lo conserva en la vida posterior, y lo manifiesta en forma de miedo. Las personas con miedo al amor no tienen ilusión por la vida, porque tienen la creencia de que la felicidad no puede existir para ellos, y no confían en que nadie les vaya a amar de verdad. Se sienten como el perro vagabundo que ha sido apaleado durante mucho tiempo por un dueño maltratador del cual logró escapar. Un día ese perro se encuentra con unas personas sensibles que se compadecen de él y deciden recogerlo para cuidarlo con mucho cariño. Cuando una de ellas se acerca para acariciarle, el miedo al maltrato le hace creer al perro que esa mano que se levanta para acariciarle es una mano que se levanta para maltratarle y huye despavoridamente de las personas que podían haberle procurado una vida mejor. Pues así le ocurre a mucha gente, que por culpa del miedo, pierden su oportunidad de ser felices en la vida.
¿Cómo se puede superar el aislamiento y el miedo al amor?
Primero reconociendo que se tiene miedo y que por culpa del miedo uno se aísla. Se puede superar el miedo y vencer el aislamiento permitiendo la expresión libre de los propios sentimientos, teniendo la valentía de luchar por vivir de acuerdo con ellos, confiando en ellos a la hora de decidir en la vida sin pensar en la opinión de los demás. Por muy difíciles que parezcan las circunstancias nunca se debe renunciar a los sentimientos, ni reprimirlos, porque es la única forma de llegar a ser felices. Es necesario recobrar la fe y la esperanza en el amor.
Pero hay personas que a pesar de luchar valientemente por los sentimientos no consiguen su objetivo de vivir junto a la persona que aman, o no consiguen liberarse de relaciones forzadas porque otras personas se lo impiden. Ya hemos hablado antes de la violencia de género y de las mujeres asesinadas por defender su derecho de libertad de sentimiento. ¿Han fracasado en su lucha?
Nunca se fracasa cuando se lucha por los sentimientos. Si por culpa de la incomprensión y el egoísmo humano, esa persona no llega a saborear la felicidad del amor en el plano físico, que tenga por seguro que su recompensa la tendrá en el plano espiritual. Y la valentía que demostró en su lucha por vivir de acuerdo con lo que sentía será un logro evolutivo que perdurará para siempre en su espíritu. Tendrá claridad y valentía en los sentimientos, cualidades espirituales muy valiosas ganadas a pulso en las pruebas que experimentó en sus encarnaciones. Serán cualidades que manifestará desde entonces y para siempre, y esto le ayudará a ser feliz y le evitará caer en las trampas que en el pasado le hicieron ser desgraciada.
La confusión sentimental
La confusión sentimental es un estado emocional que se origina cuando una persona se obliga a sentir lo que no siente o a reprimir lo que siente de verdad, o ambas cosas a la vez. Si persiste durante bastante tiempo en esta actitud, llega un momento en que no distingue bien entre lo que siente de verdad y lo que se obliga a sentir. Y esta es la confusión que esas personas tienen, que confunden el sentir con el "debersentir" y substituyen el sentimiento por la obligación. La persona que se obliga a sentir lo que no siente, sufre porque esa obligación de sentir le agota y le genera vacío, ya que los sentimientos no pueden ser forzados, se dan espontáneamente o no se dan. También puede sufrir por la represión de un sentimiento verdadero, porque cree que no debe o no tiene derecho a sentirlo. Sin embargo, el autoengaño motivado por la confusión sentimental le hace creer que sufre por el remordimiento de haber despertado un sentimiento indebido, que ésta es la causa de su infelicidad y que por eso debe luchar para eliminarlo.
La confusión sentimental suele darse en personas que han anulado su libertad de sentimiento. Uno de los motivos que anulan su libertad de sentimiento puede ser el haber sido educados siguiendo un código moral represivo con los sentimientos que han asimilado como propio. En este caso su sensibilidad esta fuertemente condicionada por las normas morales de ese código. También puede ser debido a que han pasado alguna circunstancia dolorosa en su vida relacionada con los sentimientos en la que se vieron forzados a renunciar a ellos.
Me resulta difícil de entender en qué consiste la confusión sentimental y cómo se manifiesta. ¿Podrías ponerme algún ejemplo que lo aclare mejor?
De acuerdo. Pongamos el caso de una persona que está casada por la Iglesia y que lleva varios años de matrimonio. Durante ese tiempo se ha dado cuenta de que en realidad no está enamorada y que no es feliz en esa relación. Si esa persona se sintiera con libertad de sentimiento tomaría conciencia rápidamente de que no siente amor por su pareja, se lo haría saber y le pediría el divorcio.
Pero si esa persona ha sido educada en una formación religiosa, que considera que el matrimonio debe ser para toda la vida y no se puede romper, su sentido del deber y el temor a una reacción negativa de los demás harán que se obligue a continuar la relación. Puede tomar la decisión de obligarse a amar a su cónyuge porque cree que también es una obligación moral la de "amar para siempre a la persona a la que te unes en matrimonio". Se esforzará por complacerle en todos los aspectos para que su pareja no se dé cuenta de que no está enamorada y se autoconvencerá de que hace todos esos sacrificios por amor. El hecho de que le suponga un sacrificio y que lo viva como una obligación refleja en realidad que no hay amor, porque el que siente amor verdadero no vive la entrega al otro como un sacrificio sino como un acto que realiza libremente y que le genera felicidad.
Otra opción a la que puede recurrir es la de justificar la ruptura por una mala actitud del cónyuge, de esta manera la responsabilidad de la ruptura se hace recaer sobre éste, con lo que ella misma se exime de haber faltado a su deber. Es decir, "yo lo amo pero no puedo seguir viviendo con él porque siento que no me quiere, no me presta atención o me ha hecho esto y no lo puedo perdonar".
Otra de las opciones que puede tomar es hacerle la vida imposible al cónyuge para que sea éste el que tome la decisión de dejar la relación. De esta manera el que falta formalmente al sentido del debersentir es el otro y ella queda eximida de su responsabilidad respecto a la ruptura del matrimonio. A los ojos de los demás hará creer que ella es la víctima y el cónyuge es el culpable cuando es totalmente al contrario.
De esta forma una situación de conflicto emocional que tenía un origen claro "no amo a mi pareja" y una solución muy sencilla "dejo la relación", por culpa de la confusión sentimental se convierte en un embrollo monumental que causa sufrimiento a uno mismo y a los demás. Es decir, se ha falseado la realidad por la negativa a reconocer su falta de sentimientos y la cobardía para contravenir el código moral religioso.
¿Cómo se puede vencer la confusión sentimental?
Profundizando en uno mismo con total sinceridad para saber distinguir lo que son sentimientos verdaderos de lo que son obligaciones adquiridas por culpa de una educación represiva. Y una vez se tienen claros los propios sentimientos, hay que tener la valentía de vivir conforme uno siente, sin dejarse influir por las opiniones de los demás, desvinculándose de todas las represiones y prejuicios de la educación recibida, pues si vulneran el derecho a la libertad de sentimiento son normas y preceptos equivocados desde el punto de vista espiritual y no merecen ser tenidos en consideración.
Continuará...
Partes anteriores
Extracto del libro "La ley del amor" - Las Leyes Espirituales II de Vicent Guillem