¿Espiritualmente qué se puede aprender de una situación de maltrato?


Lo que dices trae a colación otra situación muy común, la de la persona que no se atreve a dejar la relación por el miedo a la reacción violenta de su pareja. Incluso hay personas que llegan a temer por su vida si dejan la relación. 
Sí. Lamentablemente en vuestro mundo hay poco respeto a la libertad del sentimiento y eso hace que muchas relaciones no sean de amor, sino de dominación y sumisión, porque conviven como pareja verdugo y víctima. En estos casos la víctima de la dominación lo que siente por su supuesta pareja es temor y no amor. Ese temor la paraliza a la hora de decidirse a dejar la relación, porque sabe que cuando dé el paso será implacablemente perseguida. Además, muchas veces el maltratador manipula psicológicamente a su víctima haciéndole creer que todavía la quiere, con lo cual algunas mujeres se sienten culpables si dejan la relación. 

El que haya aumentado el número de casos de violencia de género, ¿tiene que ver con que ha aumentado la agresividad de las personas, en este caso de los hombres, hacia las mujeres, en la relación de pareja? 
No. Antes la violencia y la agresividad existían igual o más que ahora, pero como el marido se sentía más respaldado por la ley y las normas sociales para dominar a la mujer, ésta no se atrevía a romper las cadenas de la sumisión. Ahora hay más casos de violencia de género porque hay más mujeres valientes que se atreven a liberarse de sus maltratadores, sobretodo en los países en los que existe una legislación que las protege y una mayor conciencia social de que el abuso y el maltrato son intolerables. El maltratador, ante la imposibilidad de seguir dominando a su víctima, recurre a acciones más drásticas para retenerla, incluso llega al asesinato. 

Entiendo que hay mujeres que, por temor a ser asesinadas por su marido o pareja, tomen la decisión de no dejar la relación. ¿Qué deberían hacer ante esta situación? 
Si continúan esa relación ya están muertas en vida, porque para el interior vivir así es peor que morir. Es mejor luchar por ser libre para ser feliz, aunque se pierda la vida en el intento, que perder toda una vida sometida a la tiranía de un maltratador. Todo el mundo tiene derecho a ser libre y feliz y nadie tiene derecho más que uno mismo a decidir respecto a su propia vida y sus sentimientos. 

¿Espiritualmente qué se puede aprender de esa situación de maltrato? 
Este tipo de pruebas, aunque muy dolorosas, ayudan al espíritu a adquirir firmeza y valor en su voluntad para luchar por su libertad de sentimientos, y a tomar conciencia de que nadie debe ser despojado de su derecho a la libertad de sentimiento, porque es una de las causas que generan mayor sufrimiento e infelicidad en el ser humano. 

Hay personas que argumentan que aunque no están enamoradas no se separan porque su pareja nunca les ha dado motivos, pues tienen una relación cordial, nunca tuvieron discusiones ni hubo malos tratos ¿Qué les dirías? 

A veces se cree que debe haber un motivo desagradable que justifique el dejar una relación de pareja, por ejemplo que haya malos tratos físicos o psíquicos, o que alguno de los cónyuges tenga algún tipo de adicción (drogas, alcohol, ludopatía) que eche por tierra una convivencia normal. Las personas que tienen esta opinión, es decir, que si no se da un maltrato no tienen justificación para dejar la relación, suelen ser las que han recibido una educación tradicional religiosa, pues parece ser que en ésta el maltrato es el único caso en que se tolera relativamente una separación del cónyuge, y se sienten obligadas a que esa relación dure de por vida sin tener en cuenta si hay sentimientos de pareja o no entre ellos. Sin embargo esto no es así. Lo único que hace falta para dejar una relación es que no haya un sentimiento mutuo de pareja. 

Creo que esta afirmación puede sorprender a algunas personas, que creen que romper el matrimonio contraviene alguna ley divina. ¿No es cierto que la mayoría de religiones monoteístas, y esto incluye la Católica, son contrarias al divorcio? 
Muchas religiones son contrarias al divorcio, pero yo os digo que obligar a una persona a continuar una relación en contra de su voluntad sí contraviene una ley espiritual, que es la Ley del Libre Albedrío. Sentimos gran tristeza al comprobar cuánta gente está vacía y falta de amor, pero al mismo tiempo se obliga a estar en relaciones de matrimonio sin sentimiento, bien sea por temor, por comodidad, o porque creen que si se divorcian, al contravenir la ley religiosa de la indisolubilidad del matrimonio, están cometiendo una falta a los ojos de Dios. A mucha gente se le ha hecho creer que es Dios el que pide al ser humano que su matrimonio sea para toda la vida, de manera que la persona cree que con el sufrimiento que le genera la relación sin amor se está "ganando el cielo". Sin embargo esto no es cierto. No hay ningún avance espiritual en la persona que renuncia a vivir de acuerdo con sus sentimientos, porque no es Dios quien le obliga, sino que es ella misma o las normas sociales o religiosas que profesa las que le obligan. Ha de quedar claro que no es Dios ni la espiritualidad superior la que lo exige, sino las leyes de los hombres impregnadas de egoísmo, que con todo comercian, hasta con los sentimientos. 

Entonces, si no es de Dios, ¿de dónde viene la idea de la indisolubilidad del matrimonio? 
En vuestra mentalidad egoísta y mercantilista a todo le ponéis un precio y establecéis títulos de propiedad sobre todo lo que existe, a los que les dais más valor que a vuestra propia vida, pues no os importa matar o morir por ellos. Dais por hecho que todo es susceptible de ser comprado y vendido, y que si no fuera porque escapa a vuestro control os apoderarías hasta del aire que respiráis o hasta de los rayos de luz del sol para venderlos a precio de oro a los que tienen menos poder o ambición para decir "esto es mío". Del mismo modo creéis que las personas, su voluntad, sus sentimientos, pueden ser comprados. Creéis que con el contrato que firmáis en lo que llamáis matrimonio estáis realizando una transacción comercial cualquiera, en la que unos creen comprar la voluntad y los sentimientos de una persona, y otros se convencen de que están obligados por el contrato a ceder al cónyuge su voluntad, su capacidad de decisión, su libertad y sus sentimientos. En el colmo del delirio egoísta habéis hecho creer que el notario de ese contrato es Dios, y os habéis convencido de que ese contrato ha de ser cumplido a toda costa, pasando por encima de la felicidad propia o la de los demás, pues de lo contrario se os desposeerá de todos los "bienes" de la otra vida, como al que le embargan sus propiedades cuando no puede devolver un préstamo bancario. Pues sabed que todo esto es una gran mentira inventada por el egoísmo humano. Que Dios os ha dado la libertad completa respecto a vuestra persona, a vuestros sentimientos y vuestros pensamientos, y que para nada transgredís ninguna ley divina cuando lucháis por vuestra libertad para sentir y pensar. Nadie os puede desposeer del derecho a ser libres, de decidir respecto a vuestra propia vida y vuestros sentimientos en ninguna forma y bajo ninguna circunstancia, y menos en nombre de Dios. 

Alguien se podría tomar todo esto como una incitación a la ruptura de los matrimonios. 
Aunque no lo queráis admitir, una unión de pareja que no esté basada en el sentimiento mutuo en realidad no existe. Aunque se puedan mantener los contratos firmados durante toda una vida, y aunque de cara a los demás se quiera dar una imagen de unión, será una unión aparente, una fachada, pues cada uno en el interior conoce cuál es la realidad y, aunque lo intente disimular de cara a los demás, será un desgraciado pues vivirá la amargura, el vacío y la tristeza de sentirse atrapado en su propia vida. Si además se impone el objetivo de que no se entere nadie, vivirá ese sufrimiento en soledad, lo cual lo hace todavía más doloroso. 

Parece que le des bastante importancia al tema de enfatizar que las personas tienen derecho a separarse o divorciarse, si así lo desean sin que esto suponga una ofensa a Dios. 
Porque es una gran causa de infelicidad profunda en muchos seres humanos y esto debe empezar a cambiar, para que cada persona sepa que tiene derecho a ser feliz y que no hay ninguna ley divina que se lo impida. Todo lo contrario, el mundo espiritual quiere la felicidad de todo ser que existe y ha de hacer todo lo posible para ayudarle a que descubra el camino de la felicidad. Quiere ayudarle a eliminar los obstáculos que se encuentren en ese camino, y las leyes de vuestro mundo son como una piedra gigantesca que obstaculiza el camino de la felicidad. Además, habéis hecho creer que esa piedra ha sido arrojada por Dios y esto no se puede tolerar por más tiempo. 

¿Quieres decir entonces que no deberíamos casarnos para regularizar las relaciones de pareja? 
Desde el punto de vista espiritual sólo el amor mutuo entre dos personas es lo que define una unión de pareja verdadera, sin que tenga ninguna relevancia el que haya o no un contrato de matrimonio firmado. En vuestro mundo material muchas veces es necesario firmar contratos para proteger al cónyuge o a los descendientes de la familia, por ejemplo, para que si uno de los cónyuges muere, la otra persona pueda tener una pensión o para que otros familiares no puedan desposeer de la vivienda al cónyuge del fallecido, y esto es comprensible. Pero sabed que esto sólo tiene una validez material y no intentéis darle más valor del que tiene. Es decir, que no se debe utilizar el vínculo del matrimonio como argumento para coartar la libertad de una persona, ni en última instancia para retenerla o chantajearla si decide dejar la relación, pues esto se considera desde el punto de vista espiritual un acto contra la ley de libre albedrío.


Continuará...


Extracto del libro  "La ley del amor" - Las Leyes Espirituales II de  Vicent Guillem