Hay una pauta constante que he observado en casi todas las mujeres que tienen cáncer de mama. Normalmente estas mujeres no son capaces de decir no. Las mamas representan la nutrición, y las mujeres que tienen cáncer de mama al parecer nutren a todo el mundo menos a sí mismas. Les resulta muy difícil decir no. Generalmente han sido criadas por padres que emplearon la acusación y la manipulación para imponer disciplina. Ahora son adultas complacientes que están rodeadas de personas que continuamente les piden hacer más de lo que pueden hacer con comodidad. Estas mujeres viven esforzándose por los demás y diciendo sí a cosas que les piden y que realmente no desean hacer.
Al principio puede resultar muy difícil decir no, porque las personas que nos rodean y con quienes nos relacionamos están acostumbradas a que siempre digamos sí. Por lo tanto, la primera vez que uno dice «no», se enfadan. Hay que esperar esa reacción. Cualquiera que esté aprendiendo a decir «no» tendrá que aguantar esos enfados durante un tiempo. La primera vez es la más difícil. Es muy importante no dar explicaciones cuando se dice «no», porque la otra persona puede agarrarse a eso y hacernos cambiar de opinión. Lo mejor es decir un sencillo no: «No, no puedo», «No, ya no hago eso». Cualquier frase corta que exprese un no rotundo sirve para el caso. Evidentemente la otra persona se enfadará, y entonces hay que tener muy claro que ese enfado no tiene nada que ver con uno. Tiene que ver con la otra persona. Simplemente recuerda decirte a ti misma: «Cuando te digo no a ti, me digo sí a mí misma». Repite esta poderosa afirmación; te hará sentir bien. Cuando ya hayas dicho «no» tres veces a la otra persona, ésta dejará de pedirte que hagas eso, porque habrá comprendido que te has convertido en una persona diferente. Actúas desde otro lugar de tu interior.
A las personas complacientes puede costarles muchísimo decir su primer no. Recuerdo lo mucho que sudé la primera vez que me puse firme. Estaba convencida de que el mundo se hundiría a mis pies y de que yo saldría perdiendo. Pero no se hundió, sino que cambió, y yo sentí más respeto por mí misma. Así pues, comprende que este es sólo un proceso por el que tendrás que pasar. Los demás se enfadan porque no les das, o no les das demasiado, y es posible que incluso te tilden de egoísta. Pero lo que realmente quieren decir es que no haces lo que ellos quieren que hagas. Eso es lo único que significa el enfado. Ten presente que, cuando les dices «no» te dices sí a ti misma. Y al mismo tiempo disipas tu resentimiento interior.
Conozco a una mujer que acaba de dejar a su marido por un tiempo; es posible que no sea una separación definitiva. Ahora él no tiene a quien echarle la culpa de las cosas que van mal, ya que ella no está allí; está aprendiendo a mirar la vida de otra manera. Sus dos hijos adultos la respetan más que antes porque está saliendo adelante sola y haciendo lo que desea hacer, para variar. Es muy interesante ver el cambio que se ha producido en toda la familia. En un principio, le resultó difícil dar el primer paso, pero lo hizo y toda su vida ha cambiado. A toda mujer le llega el momento en que necesita preguntarse: « ¿Qué es lo mejor para mí?». Tal vez esa sea una nueva pregunta que deben hacerse todas las mujeres. Ann Landers les dice a las que están pensando en separarse o divorciarse que se pregunten: «¿Estaría mejor si me marchara o estaría mejor si me quedara?» .
Extracto de "El mundo te está esperando" - Louise Hay
Al principio puede resultar muy difícil decir no, porque las personas que nos rodean y con quienes nos relacionamos están acostumbradas a que siempre digamos sí. Por lo tanto, la primera vez que uno dice «no», se enfadan. Hay que esperar esa reacción. Cualquiera que esté aprendiendo a decir «no» tendrá que aguantar esos enfados durante un tiempo. La primera vez es la más difícil. Es muy importante no dar explicaciones cuando se dice «no», porque la otra persona puede agarrarse a eso y hacernos cambiar de opinión. Lo mejor es decir un sencillo no: «No, no puedo», «No, ya no hago eso». Cualquier frase corta que exprese un no rotundo sirve para el caso. Evidentemente la otra persona se enfadará, y entonces hay que tener muy claro que ese enfado no tiene nada que ver con uno. Tiene que ver con la otra persona. Simplemente recuerda decirte a ti misma: «Cuando te digo no a ti, me digo sí a mí misma». Repite esta poderosa afirmación; te hará sentir bien. Cuando ya hayas dicho «no» tres veces a la otra persona, ésta dejará de pedirte que hagas eso, porque habrá comprendido que te has convertido en una persona diferente. Actúas desde otro lugar de tu interior.
A las personas complacientes puede costarles muchísimo decir su primer no. Recuerdo lo mucho que sudé la primera vez que me puse firme. Estaba convencida de que el mundo se hundiría a mis pies y de que yo saldría perdiendo. Pero no se hundió, sino que cambió, y yo sentí más respeto por mí misma. Así pues, comprende que este es sólo un proceso por el que tendrás que pasar. Los demás se enfadan porque no les das, o no les das demasiado, y es posible que incluso te tilden de egoísta. Pero lo que realmente quieren decir es que no haces lo que ellos quieren que hagas. Eso es lo único que significa el enfado. Ten presente que, cuando les dices «no» te dices sí a ti misma. Y al mismo tiempo disipas tu resentimiento interior.
Extracto de "El mundo te está esperando" - Louise Hay