Hubo un tiempo en que cada ser que poblaba este planeta: rocas, plantas animales y humanos vivían en estrecha convivencia. Cada cual sabía que la finalidad de compartir, otorgaba la verdadera importancia a la propia existencia, lo diverso era divertido, y las alianzas se basaban en mutua confianza.
Todavía no se ha encontrado explicación a este cambio tan espeluznante. Poco a poco aquella sociedad, -hoy considerada como una utopía-, devino en algo tan complicado, difícil y advenedizo, como la que conocemos en la actualidad, todo debido a un agente contaminante llamado "culpa" que ha invadido el planeta y ha envenenado las relaciones humanas.
La culpa se ha convertido en un artilugio de tortura y sometimiento, desde que alguien (¿?) la inventó para imponer un mapa único de percibir el mundo (el suyo, claro), convirtiendo en barbacoa a todos los que le cuestionaban. Pasarse la culpa unos a otros se ha convertido en el deporte favorito, que ríete tú del fútbol y, también, el más reverenciado, ahí tenemos a nuestros políticos, sin ir más lejos.
En realidad nadie ha visto jamás ni una sola culpa en su vida y pese a que la ciencia no ha encontrado ni rastro de su ADN, ni tampoco en el genoma humano, todos creen fervientemente en ella; nadie sale de casa sin una culpa que dar, y atento a las culpas que le van a dirigir.
Todo esto da que pensar, porque, al contrario de otras posesiones que dan prestigio, la culpa da prestigio a quien no la tiene. Entonces, digo yo, si no tener culpa da prestigio, lo mejor es no tomarla, así se evita uno encontrarse con la tesitura de tenerse que librar de ella "colgándosela" a los demás: al sistema, al gobierno, al jefe, al vecino, a la familia, al perro o al canario.
Eso, además de resultar aburrido, -todo el mundo juega a lo mismo y de la misma manera, es muy delatador, le pone a uno en evidencia, le desprestigia, porque al pasar la culpa a los demás es señal inequívoca de que se tiene.
En mi opinión, por mucha tradición que sea, no es nada rentable codearse con algo tan retorcido como la culpa. Se precisa un derroche innecesario de energía.
Otra cosa, sin embargo, es la responsabilidad, que según mi diccionario significa: Habilidad de Respuesta. Ergo, una persona responsable es aquella que sabe dar respuestas con acierto, destreza, diplomacia, discreción, ingenio, maestría, pericia, sagacidad, soltura, tacto.
Según estas definiciones, mientras que la culpa esclaviza, la responsabilidad hace libre al ser humano. ¿No es fantástico este descubrimiento?
Además, las personas culpatrices están demasiado ocupadas en auto castigarse por sus errores, que les impide emprender cualquier acción que repare o compense, los daños que éstos hayan causado, y, para protegerse de su propio castigo, suelen pasar "su culpa" a los demás, que, como pelota de ping-pong, no permiten que caiga al suelo.
Las personas responsables, aprenden de sus equivocaciones y a diferencia de aquellos otros, se consideran libres de decidir sobre su propio destino, corren riesgos y se entregan a la experiencia sacándole todo el jugo. No necesitan pasar sus responsabilidades a otros y tampoco asumen las que no les corresponden.
Si pudieras elegir, ¿con cual de los dos grupos querrías que se te asociasen?. ¿Te imaginas un mundo sin culpables y lleno de personas responsables? ¿Tú qué harías?
¿Cómo querrías que la gente te reconociera, como culpatriz o como responsable?
Tú mismo
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