A veces nos lamentamos de que no “hemos estado de suerte” o de que la vida no ha sido justa con nosotros. Nos quejamos de que no nos han dado recursos o medios suficientes para ser felices. Buscamos nuestro equilibrio afuera en lugar de mirar en nuestro interior.
Nos parece que se nos pide que demos un “buen concierto” sin disponer del “instrumento adecuado”. Pero ¿dónde reside el éxito de un buen concertista? Vamos a relatar una anécdota:
Nicolo Paganini es considerado como uno de los más grandes violinistas de todos los tiempos. Se cuenta que en cierta ocasión se dispuso a actuar en un gran teatro lleno de público que le recibió con una gran ovación.
Cuando levantó el arco para empezar a tocar su violín, se dio cuenta, consternado, de que no era el suyo. Para un músico como él, esto era inaudito y se sintió muy angustiado sin su querido violín. No obstante, comprendió que no tenía otra alternativa que iniciar el concierto y empezó a tocar. Se cuenta que ese fue el mejor concierto de su vida. Una vez terminada la actuación y ya en su camerino, Paganini, hablando con otro músico compañero suyo, le hizo la siguiente reflexión:
“Hoy he aprendido la lección más importante de toda mi carrera. Hasta hace escasos momentos, creí que la música estaba en el violín, pero me he dado cuenta de que la música está en mi y que el violín sólo es el instrumento por el cual mis melodías llegan a los demás. Es dentro de nosotros donde está la música, la llave del equilibrio o del caos, la semilla de la creación o de la destrucción. Todos tenemos la posibilidad y la responsabilidad de aportar nuestra melodía a esta sinfonía común que es la humanidad. Tú eliges ¿Equilibrio o caos? ¡Sólo de ti depende!”
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