Justiniano fue un emperador del oriente que murió en el año 567 y quiso actuar según estos principios:
"Vivir honestamente, no perjudicar al prójimo y dar a cada uno lo suyo con justicia".
Principios de rectitud que si todos practicáramos nos permitirían convivir en armonía sin el azote de la violencia.
Nos evitamos sufrimientos innecesarios si tomamos conciencia de que la felicidad depende de la honestidad. Las personas sabias, con su rectitud, disfrutan de una paz interior que el dinero no puede comprar.
¿Acaso no debe ser ese mi principal objetivo? Claro, actuar con transparencia para poder cantar con el poeta:
"Soy el dueño de mí mismo y no me gusta la gente que empeña su corazón y que hipoteca su frente". Carlos Castro Saavedra.
Llevar una vida íntegra es lo que Dios me pide y es el mejor regalo que puedo ofrecerle a mi espíritu, a los demás y a la vida. Con la honestidad creo el cielo y con la deshonestidad el infierno.
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