El abrazo diario a tu niño interior
es absolutamente necesario
para ir sanando las heridas del alma.
Cuando de tanto en tanto
te entre la angustia y la tristeza interior
y no sepas porqué.
Abrázate, mímate, quiérete
y dite cuánto te quieres.
Tus lágrimas… si surgen
serán lágrimas sanadoras
y se deberán
a que alguna pequeña herida aún abierta
comienza a cicatrizar en tu alma.
Fuente: Ahava Iesu