Ciertamente el espíritu crítico y el idealismo de cada persona marcan básicamente su predisposición al weltschmerz, pero, de forma apabullante, la sensación de insatisfacción con nuestros sistemas de vida (económico, político, medioambiental, de valores, de medios de comunicación, educativo, etc) es compartida por la mayoría de los seres humanos; el mundo cada vez duele más, parece más surrealista todo. Observarlo y llegar a la conclusión de que nuestro sistema económico o político o de valores es un insulto a nuestra inteligencia y a nuestra dignidad son casi cosas consustanciales. El weltschmerz es algo más que un dolor romántico: deriva, en última instancia, de constatar nuestro fracaso como humanos –y nada parece cambiable-a la hora de organizarnos y de vivir: incide sobre nuestro autoconcepto.
¿Qué cabe hacer con este dolor?
Anestesiarse parece ser la opción favorita de los humanos, hay mil maneras. Ensimismarse o entrar en rutinas inconscientes son derivaciones de lo anterior, puede ser muy entretenido y podemos llegar a estresarnos mucho y parecer que hacemos cosas importantes. Otra opción es el “sálvese quién pueda”. Pero, desde una actitud consciente y lúcida ¿qué podemos hacer?
Hay dos grandes caminos, aparentemente antagónicos. La primera perspectiva es la racional-instintiva y nos insta a luchar, sin más, a involucrarnos e intentar favorecer el cambio. El mundo no ha dejado nunca de necesitar enormes cambios, y casi nadie hace más que una pequeñísima parte de lo que está en sus manos por mejorar el mundo. Y, éste, sólo puede evolucionar gracias al esfuerzo de las personas, a su compromiso, a su lucha contra lo que requiere ser mutado. Todos los indignados actuales aceptarían esta tesis y la voluntad de luchar es el núcleo de su fe: activismo y compromiso. Por otro lado, y para nuestro asombro, teniendo en cuenta la mentalidad occidental predominante, muchos pensadores en todas las tradiciones defienden la idea de que lo mejor es desistir de cambiar el mundo: hay que gozarlo y hay que aceptar que cada cosa está dónde tiene que estar, algo trae consigo. La hierba crece sola, a su ritmo, no hay necesidad de cambiar nada o de dar lecciones, el universo reconduce de forma natural a todos, el universo se encarga de dar lecciones a todos y se re-crea al ritmo adecuado.
Esta segunda perspectiva merece una cierta atención. Su premisa es la de que no hay ninguna circunstancia que necesite cambiar, somos nosotros quiénes necesitamos cambiar. Las plegarias no son tanto para que nos cambie la vida sino para cambiar nuestras percepciones….. Si tus percepciones son las adecuadas, todo alrededor de ti puede cambiar siempre y cuando no necesites que cambie, es la gran paradoja del apego… Osho concluye: “¿Cambiar el mundo? Vosotros sois vuestro mundo… cambiando vuestra visión, de pronto, vivís en un mundo diferente…” Gandhi dijo: “Tu debes ser el cambio que quieres ver en el mundo”. Jodorowski comenta: “¿Usted sabe cómo veo el mundo actual? Como una persona que está muriendo. Como un gusano que está muriendo para hacer una mariposa. No debemos detener al gusano, debemos ayudarlo a morir para ayudar a la mariposa a nacer, sin luchar, todo es un baile. Necesitamos bailar con la muerte. Este mundo está muriendo, pero muy bien. Haremos una mariposa enorme, grande, grande. Usted y yo seremos los primeros movimientos en las alas de la mariposa porque estamos hablando de esto”. ¿Debemos preocuparnos, entonces, por adaptarnos y esperar esos cambios? No exactamente. Tolle señala que no es un buen indicador de salud estar bien adaptado a una sociedad enferma y nos insta a no conformarnos con adaptarnos… Sé un ejemplo para el mundo, pero vive en ti…. El universo, dice Castaneda, “es más milagroso de lo que suponías”.
Todo está planeado tan exquisitamente que en cualquier momento dado todos recibimos de los demás actores de nuestra vida las enseñanzas que necesitamos. Los maestros espirituales enseñaban que todo es uno; que el progreso tuyo es el progreso mío, que tu aflicción es mi aflicción. También decían que todo estaba relacionado, a determinado nivel. El concepto no es fácil de entender, pero explica por qué, cuando nosotros cambiamos, todo cambia a nuestro alrededor. Todos somos uno, la miseria del mundo es un reflejo de la miseria individual de todos, una vida vivida para el ego…. Partiendo de la premisa de que el universo es un ser espiritual vivo, con consciencia, se podría decir que el mundo, desde este punto de vista, es un espejo de sus miembros, deviene en cada uno de nosotros como un mensaje.
Ideas preconcebidas
Lo que llamamos realidad está afuera, pero también está dentro de cada uno y, en este sentido, la relación hacia uno mismo, es y será reflejada por el mundo. Las guerras, las miserias, el dolor, las desigualdades, como la solidaridad, la compasión y el amor están tan afuera de nosotros como lo están adentro. Hay una guerra en el mundo y a la vez en cada individuo entre el ego y el ser –que es el del universo-, entre crear y destruir, entre la consciencia y la inconsciencia, entre generosidad y codicia… como ocurre en el mundo…. vence tu guerra, siempre y exclusivamente con consciencia, y el mundo cambiará, no hay más… El mundo no es mi hogar, no es mi guerra, es una guerra por agregación, es un espejo de nuestro ego y nuestra ignorancia e inconsciencia, la de todos, indignados incluidos. Las enfermedades del mundo se acabarán cuando nos centremos en nosotros mismos y curemos las nuestras, reconociendo las enfermedades macro en nosotros mismos, en versión micro. Ese es nuestro ámbito de lucha real: vivir con los principios y valores correctos nuestras vidas, sin que el espejo del mundo haga otra cosa que enseñarnos lecciones.
¿Dónde quedan los ideales en esta perspectiva? ¿Y la ideología? ¿Y dónde queda la lucha? La vida es confusa, cualquier idea fija de cómo debe ser nos hará daño. Osho repite que conviene desprenderse de nuestras ideas fijas, de nuestros ideales, de nuestra ideología. ¿Cómo? ¿Y no sería mejor morirse? Prosigue Osho indicando que “Dios no es un ingeniero o un arquitecto, un científico o un matemático. Es un soñador, y en un mundo de sueños, todo está revuelto. Vuestro novio de pronto se convierte en un caballo… En un sueño, nunca discutís ni preguntáis: ¿Qué ha pasado? ¡Hace apenas un momento eras mi novio y ahora te has transformado en un caballo!. En un sueño, aceptáis. Ni siquiera surge la más mínima sospecha sobre lo que sucede, porque en un sueño no lleváis vuestra idea fija de que un hombre no se debe puede convertir en un caballo. Pero despiertos os sería imposible ver que vuestro novio se está transformando en un caballo. ¡Y los novios se convierten muchas veces en caballos! La cara puede que siga siendo la misma, pero la energía es diferente. Entonces os sentís confusos.”
Si hay confusión es que hay ideas fijas. Cuanto más fija la idea, más confusión habrá.
Si no queréis estar confusos, desprendeos de las ideas preconcebidas. No es que el mundo vaya a cambiar, pero no nos creará confusión. Se trata simplemente de la vida, que está viva. Los ideales son también una fuente de tensión y lucha, y un verdadero camino al infierno si se aplican a uno mismo. Todos los esfuerzos por hacer algo de vosotros mismos, algo parecido a un ideal, van a crear cada vez más locura. Los ideales son los cimientos de toda locura, y la humanidad entera está neurótica debido a demasiados ideales….Los ideales crean un superyo gigantesco, doloroso, un ángel asesino… Los animales no están neuróticos porque carecen de ideales. Los árboles no están neuróticos porque no tienen ningún ideal. No intentan convertirse en otro. Simplemente disfrutan de lo que son.
Así que vosotros sois vosotros. Pero en alguna parte de vuestro interior queréis convertiros en un Jesús o en un Hesse o en un Sampedro, y entonces completáis un círculo que será interminable. Igualmente deseamos, legítimamente, un mundo justo, inteligente, bello, limpio… Es un anhelo humano, casi inevitable, pero la cuestión es que vosotros sois vosotros y el mundo es como es, las expectativas de un mundo mejor están condenadas al fracaso, el mundo cambiará como quiera hacerlo o, tal vez, como la consciencia agregada de sus miembros lo haga. La existencia sabe más, sentencia Osho. El todo siempre sabe más que la parte. Está implícito en ello la no lucha. La no lucha es la enseñanza principal del tantra. Esta aceptación es aplicable a todo: al mundo y a uno mismo, a sus emociones y creencias. El tantra dice que las energías deben ser transformadas. Si la ira se suprime (evadiéndote o culpándote por ello) la energía se ensucia y se pierde… se debe recibir amistosamente y siendo amigable con todas tus energías. Lo que ves como enemigo interno o externo – en forma de codicia, odio- debe ser recibido como algo sagrado, TODO ES SAGRADO. El tantrismo recomienda no resistir la naturaleza sino utilizarla para elevarnos por encima de ella, para seguir nuestra evolución, Buda no luchaba, se reflejaba en su cara. Se vence si no luchas…. La crisis actual la hemos causado todos, con nuestra inconsciencia, con nuestro ego, con nuestra búsqueda del falso interés propio, no hay culpables únicos, no hay nadie contra quien luchar….Baila con tus miedos, baila con los males del mundo, baila con la mariposa que está naciendo…Bailar es reconocer la energía de una situación tal cual es y moverse con ella….Todo está bien y, si bailamos conscientemente, estará mucho mejor pronto. ¿Debe dolernos el mundo? No, debemos reconocer que la música que trae, a veces triste, es la que necesitamos bailar. Y no cabe olvidar algo: las lecciones no aprendidas se deberán repetir, una y otra vez.
Fuente: Revista Namaste