Cuando algo malo ocurre en la vida, nuestro instinto es mirar hacia arriba y clamar a Dios: “¿Cómo me puedes hacer esto?”. Sin embargo, los grandes Kabbalistas a lo largo de la historia han estado en desacuerdo con esta idea. Ellos enseñan que en realidad nosotros somos la causa de nuestro propio caos, dolor y sufrimiento.
Según la Kabbalah, el 99% del caos en la vida de una persona está causado por el mal de ojo.
El mal de ojo es lo que ocurre cuando miramos con celos, juicio y odio lo que otra persona tiene. La revelación que más miedo da es que no tenemos que ser una persona mala para provocar el mal de ojo. Lamentablemente lo hacemos a menudo, aunque inconscientemente, sin darnos cuenta de las consecuencias que tiene.
Así es cómo funciona: el mundo está estratégicamente diseñado para que todas las personas en nuestra vida –desde nuestros amigos más cercanos a nuestros conocidos casuales; desde los miembros más queridos de nuestra familia a los desconocidos que nos cruzamos por la calle– comparten comportamientos similares a los nuestros. Nos reflejan para que podamos tener la oportunidad de ver lo que necesitamos cambiar proactivamente de nosotros mismos.
Sin embargo, o no somos conscientes de este hecho, o si lo hemos aprendido nos olvidamos de él. Es importante que recordemos que en el momento en que elegimos dejarnos llevar por pensamientos de crítica, envidia y odio, estamos apretando el gatillo hacia nosotros mismos. En otras palabras, una vez que proyectamos el mal de ojo sobre otra persona, abrimos la puerta para que el mal de ojo y las fuerzas del juicio vengan a nosotros.
¿Por qué? Por la ley universal conocida como el Efecto Bumerán: todo lo que va, vuelve.
Así pues depende de nosotros cuidar de nosotros mismos. Siempre será así. En parte el motivo por el cual juzgamos a otros es porque dudamos de que podamos tener lo que esa persona tiene. No tenemos la certeza de que el Creador quiere el mismo éxito y felicidad para nosotros.
Durante esta semana, tu misión es profundamente simple. Cada vez que mires a alguien y pienses: “¿Por qué no tengo eso?” o “No me gusta esa persona”, haz lo siguiente:
- Haz una lista de tres cosas en tu vida que aprecias.
- Recuerda que lo que no te gusta de otra persona es algo que no te gusta de ti mismo.
Al concentrarte en apreciar lo que tienes en lugar de mirar lo que otros tienen y tú no, puedes neutralizar tu envidia, diluir tus celos y poner fin a todos tus actos de juicio justificados para poder protegerte a ti mismo y a los demás de tu propio mal de ojo.
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Autor: Yehuda Berg