La mente tiene dos centros: el pensamiento y la imaginación. Pero ambos son de la mente;
y la religión está más allá, más allá de ambos centros, no pertenece en absoluto a la mente. No es ni ciencia ni poesía; o es ambas. Por eso el misticismo de la religión es más profundo que el de la poesía. La religión simplemente deja la mente, con todos sus centros, y luego mira. Es como si te quitaras las gafas y miraras. La mente se puede quitar porque es un mecanismo; tú no eres la mente. La mente es como una ventana. Estás ahí y miras a través de la ventana, entonces el marco de la ventana, la luna ha salido, y el cielo es precioso, pero tu cielo estará enmarcado por la ventana. Y si los cristales de la ventana son de algún color, entonces tu cielo estará coloreado por la ventana.
La religión es simplemente salir de la casa por completo; mirar directamente a la realidad, no a través de ninguna ventana, no a través de ninguna puerta, no a través de ningún cristal, no a través de ningún concepto, sino simplemente mirándola tal como es, poniendo a un lado la mente. Es difícil, porque tú estás tan identificado con la mente que te has olvidado por completo que se puede poner a un lado. Pero esa es toda la metodología de la religión: todo el yoga, el tantra, y todo lo demás, no son más que técnicas para poner la mente a un lado, para romper la identificación con la mente, y luego mirar. Entonces lo que quiera que sea la realidad es revelado: es revelado lo que es.