Tipos de madres-tipos de hijas (1ª parte)


Las relaciones madre e hija están nutridas de reflejos y de barreras, a veces,  infranqueables. Constituyen el núcleo de nuestra identidad femenina, de cómo somos, de cómo sentimos, de cómo pensamos y de cómo hacemos.

Etimológicamente MADRE procede del latín mater y significa hembra que ha parido, hembra respecto de su hijo o hijos, matriz en que se desarrolla el feto. HIJO/A procede del latín filius y significa persona o animal respecto de su padre o de su madre, persona que proviene o sale de otra por procreación.
Cuando hablamos de tipos de madre-tipos de hija expresamos la relación entre una mujer y su hija a partir de la cual se establecieron las primeras relaciones humanas de edad: la generación de las madres y la de las hijas.

En un principio no existió más filiación que la consanguínea con las madres pues ellas eran el referente cultural de todos los individuos. La madre es el ser que nos libera de la angustia de la posibilidad de haber aparecido por generación espontánea. Las primeras madres míticas son mujeres solas, cabezas de clan, especie de divinidades femeninas en tanto que representan las primeras adquisiciones culturales de la humanidad. Las madres transmitían el conocimiento y sus experiencias pero, al llegar el patriarcado, perdieron su propia historia. La mujer, la madre, fundamentalmente mediante la observación continuada de su propio cuerpo, descubre el papel del varón en la fecundación y se lo hace saber.

Existen tantos tipos de madres como mujeres hay en nuestro mundo y, a su vez, tantas hijas que padecen durante toda su vida los resultados de una herencia adquirida de sus progenitoras… 

La madre escucha, responde a su hija según ésta es y según ésta actúa; no se rige por sus propios deseos ni por la imagen de sí misma que sobre su hija proyecta y aprende a tratarla, no como la niña que fue sino como una mujer. Del mismo modo, la hija se dirigirá a su madre como una adulta y no como la mujer que adoró y también odió. Así, en su momento, la separación no será tan dura, ya que ha comenzado el proceso de desvinculación desde el nacimiento y se desarrollará a lo largo de toda la vida.

Cuando se detiene el proceso de crecimiento en la relación madre-hija aparece una trampa psicológica que reconocerán siendo adultas, cuando ambas identifiquen sus necesidades. Existen hijas que odian a su madre y otras que la adoran, cada relación es diferente y, a su vez, fascinante; la vida de una madre es de ella y la vida de una hija de sí misma.

A muchas de nosotras nos han educado para creer que el amor de madre es único y diferente de otros tipos de amor. La primera lectura que hacíamos en el colegio nos aseguraba: “Mi mamá me ama”, mamá no podía equivocarse, ni dudar, tampoco ser ambivalente ni contradictoria, como sucedía en otros amores. Después escuchábamos el refrán: “De tal palo tal astilla” y surgía el mito de la madre perfecta y la hija buena y también perfecta que enseguida se desmoronaba y se quedaba fuera de la realidad.

Muchas veces nos hemos preguntado: ¿Los vínculos madre e hija van más allá del tiempo?, ¿por qué rechazamos los gestos corporales y los giros de lenguaje que son calco de los que hace mamá? Amor-odio parecen inseparables en esta ligadura primera y esencial siempre con la sombra de la culpa acechándonos y, por supuesto, de la angustia.


Tipos de madres-tipos de hijas:

La relación con la madre es una de las más importantes  en la vida de cualquier mujer. Cuando somos niñas la adoramos, en la pubertad la detestamos, durante la adolescencia peleamos con ella y cuando somos adultas solemos comprenderla y valorarla.

Si tenemos hijos nos damos cuenta de lo que significa educar personas, tener bajo nuestra responsabilidad la formación de seres humanos; entonces comenzamos a pensar que nuestra madre hizo todo lo mejor que pudo dentro de sus posibilidades y, por supuesto, trabajando mucho.

La relación madre-hija es mutante, cambia como evolucionan los tiempos y las personas. No se puede definir fácilmente ni transmitirse, se transforma. Toda mujer construye en este vínculo el núcleo de sí misma y de su propia identidad femenina, de cómo es, cómo se siente, cómo piensa y cómo actúa.

Cuando encontramos un tipo de relación madre-hija donde aparecen ciertas dificultades, debemos investigar la historia previa para entender ciertas carencias o déficits en la capacidad de ser madre. Además, no todas las mujeres tienen el mismo grado de interés en ser madres y este hecho es natural. Muchas personas han desarrollado esta faceta en actividades profesionales: maestras/os, cuidadoras/es de bebés y niños, animadores sociales, enfermeros/as…, no es patrimonio exclusivo de la mujer-madre.

Para ser madre se necesita capacidad de entrega, altruismo y diferenciación entre las propias vivencias y las del hijo/a,  pues no podemos depositar en ellos las expectativas no cumplidas o cargarlos con las compensaciones personales. Sin embargo, siempre atravesaremos situaciones en las que por un lado estarán los juicios y mandatos socioculturales que nos ordenarán cumplir de una manera determinada nuestra función de madres y, por otro lado, nuestra naturaleza humana, nuestros sentimientos y contradicciones, en definitiva nuestro corazón con sus “reglas”.

1. Madre asfixiante y sobreprotectora:
“Dentro de sí misma lleva una niña desamparada que siempre tiene miedo”. Este tipo se madre protegerá en exceso a sus hijos para que no sufran ni sientan temor como a ella le ocurre.

Se entromete constantemente en la vida de su hija y no tolera que la hija rompa con el modelo o lo cuestione críticamente. La hija se convierte en una personita siempre demasiado infantil, inmadura y estancada en determinada etapa de su vida.

Cuida en exceso de su hija para ocultar sus problemas y provoca en ella un sentimiento de fragilidad. Este tipo de madre sufre mucho, no se relaja, se imagina múltiples peligros  que acechan a sus hijos y continuamente está en activo para cuidarlos; para ella están indefensos y no tienen recursos para salir adelante. ES LA MADRE QUE TODO LO PUEDE, siempre está ahí ante la más mínima contrariedad con poca vida propia pues vive la vida de la hija. Ésta, por su parte, cree no poder arreglárselas sin su madre, y trae a la madre con ella a su casa o viven muy cerca inclusive en el mismo edificio. Son niñas con miedo a cualquier novedad (amistades, actividades, maneras de pensar…) que crecen y evolucionan cuando la madre ha desaparecido o queda relegada a una parte de su vida.

Cuando la hija es pequeña está controlada, pero al llegar la pubertad  las cosas se complican , la madre se angustia cuando la niña pide libertad y, sin darse cuenta, tiende a solucionarle los grandes y pequeños problemas provocando una carencia de autonomía y cierta indefensión cuyas consecuencia se traduce a una demanda permanente de la madre. En la adolescencia aparecen ciertas tensiones pues la hija se rebela para librarse de ataduras internas.

La madre sobreprotectora depende afectivamente de sus hijos.

Madre sobreprotectora:

-Repite a su hija continuamente lo mucho que la quiere.

-Le hace la comida, le limpia su habitación…todo aquello que la hija debería hacer o  por lo menos colaborar para realizarlo.

-Tiene una conducta invasora y se expresa con rodeos o evasivas.

-Rechaza la evolución en su propia vida, vive para ser madre.

-Tiene pocas amigas, solamente quiere estar unida a su hija.

-Expresiones más comunes: “No vayas muy lejos”, “ten cuidado”…

Hija sobreprotegida:

-No se pone a prueba ella misma para no perder el cariño de su madre.

-Es buena y obediente, no pide, siempre espera a que los demás den.

-Se repliega ante la autoridad y se amolda a su pareja.

-Siempre está llamando a su madre, es quien la domina.

Este tipo hija  debe intentar reivindicar su propia vida y no ser igual que la madre. Tampoco es conveniente contar a la madre las cosas que están en proyecto, así no dará su opinión.

2. Madre controladora, dominante y absorbente:

“Agobiar en exceso a su hija  con reglas estrictas que sólo tienen sentido para ella es su máxima pretensión… trasladándole todas sus dudas y temores “.

Este tipo de madre “devora a su hija”. Investiga para conocer todos y cada uno de  los detalles de la vida de ésta pues para su propia  realización personal necesita  estar vinculada a la hija.
Madre controladora:

– Siempre está donde su hija pueda necesitarla, pero sólo ésta  puede contar con su apoyo sin no se opone a ella.

– Recomienda a su hija hombres que ella misma pueda controlar.

– No respeta las fronteras físicas o emocionales de su hija.

Hija controlada:

– No puede existir sin su madre porque tiene muchos miedos.

– Cuando está sola, su madre sigue estando en sus pensamientos “protegiéndola”.

– Habla con expresiones de su propia madre.

– Piensa que su madre es capaz de ver cosas que ella no ve.

– Proclama las semejanzas entre su madre y ella.

Este tipo de hija debe vencer el miedo, no sentir lástima de sí misma ni buscar la aprobación de su madre en todas sus decisiones.


Continuará…

Fuente: Roaeducación