Fases del Desarrollo Adulto parte 2/3


Imagen de Christophe Vacher

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2ª Fase: El Guerrero

Una vez que hemos dejado atrás la fase del atleta y subimos al siguiente escalón de nuestro desarrollo adulto, entramos a la fase del guerrero. Se trata de una etapa en la que el ego domina nuestras vidas y nos sentimos ilusionados con conquistar el mundo para demostrar nuestra superioridad. Es cuando hacemos todo lo necesario para sentiros importantes sintiéndonos “diferentes” a los demás.

El objetivo del guerrero es someter y derrotar a los demás en una carrera por alcanzar la excelencia, alcanzar el primer puesto, coleccionar trofeos y diplomas. Es una fase en donde la competencia por lograr el éxito se sucede. Es una fase motivada por conceptos tales como: “Ganar no es lo más importante, es lo único”, “Si no sabes a dónde vas, cómo sabrás cuándo has llegado”, “El tiempo es oro”. Esta fase, dominada por el ego, esta repleta de ansiedad, misma que es la lógica consecuencia de nuestra constante comparación con los demás. El guerrero es alguien que se encuentra constantemente preocupado por el futuro y por todo aquello que pueda interponerse en su camino al éxito.
En la fase del guerrero, la competencia intelectual, el estatus social y la posición económica se convierten en obsesiones. Convencer a los demás de nuestra superioridad es el objetivo del ego en esta fase. El guerreo disfruta menospreciar y hacer sentir menos a los demás. En las reuniones sociales se burla de quien tiene menos cosas que él, la humillación es su deporte, hace mofa de las personas con un estado financiero inferior al de él, pero sin darse cuenta de que en esa misma burla se estanca y se atrofia cada vez más. Es un nivel de conciencia de la persona en donde no alcanza a darse cuenta de que “cada vez que tira tierra, lo único que hace es estar perdiendo terreno”.

La prueba para determinar si has abandonado esta fase o sigues ahí, es analizar cuál es la fuerza propulsora de tu vida. ¿Qué te mueve? Si la respuesta es conquistar, derrotar, adquirir, comprar y ganar a toda costa, está clarísimo que todavía te encuentras estancado aquí. Con todo respeto, si eres de estas personas, ya puedes tirar este ensayo que ni me vas a creer, hasta puede que sientas que tú lo hubieras escrito mejor y con menos “rollo”. Si entras y sales de esta fase dependiendo “del mercado”, ya llevas un gran avance; pero insisto, si vives fundamentalmente instalado en esta, no podrás nunca manifestar tu verdadero yo, ese del que te estoy hablando ahora que “algo está pasando”. Sin duda, si te permites evolucionar en el arte de ser humano, pasarías a la...

3ª Fase: El Conserje. 


Esta fase la he denominado así, porque es la etapa en la cual se ha empezado a dominar el ego y empieza una Nueva Conciencia: en esta fase queremos saber qué es lo importante para otra persona. En lugar de obsesionarnos con nuestros propios logros, empezamos a emocionarnos por servir a los demás. Tal vez por eso llamé así a esta fase, y lo digo con todo respeto al maravilloso mundo de los conserjes de un hotel, ya que es en estas personas en las que he observado esa mágica actitud de servicio que todo ser humano debemos tener en alguna etapa de nuestro desarrollo adulto. Aquí es donde se empieza a saber que nuestro propósito fundamental es el de dar, antes que recibir. El conserje puede seguir con su intención de lograr cosas (el guerrero) e incluso ser “atleta”. No obstante, su impulso interior es el de servir a los demás. Permíteme decirte más:
La auténtica libertad (donde hay paz) del ser humano no puede experimentarse sino hasta que se aprenda a dominar el ego y dejar atrás la obsesión por uno mismo.


Cuando te sientas alterado, ansioso o muy molesto, vacío, pregúntate en qué medida esto se debe a tu forma de valorar cómo estas siendo tratado y percibido. Sólo se empieza a estar verdaderamente en paz cuando uno puede desprenderse de sus propios juicios sobre sí mismo durante un prolongado período de tiempo.

Permíteme platicarte que pasar de la fase del guerrero al conserje fue para mí una experiencia extremadamente liberadora y generadora de paz. Fue cuando algo pasó en mí y me dejó de importar mi imagen o lo que piensan de mí. 

La fase del conserje de la edad adulta tiene que ver con el servicio y el agradecimiento por todo aquello que uno ha logrado en la vida. En esta fase te encuentras muy cerca de tu verdadero yo. Es cuando tu verdadero propósito en la vida dejó de ser el más poderoso, el más atractivo, el que domina o conquista. Has entrado al ámbito de la paz interior. De alguna u otra manera me he dado cuenta de que siempre se encuentra la bendición que se busca cuando se actúa al servicio de los demás, independientemente de lo que hagas en tu trabajo.

Aquí siempre me ha conmovido una historia que cuenta que el gran escritor Wayne Dyer en uno de sus cursos, cuando una amiga suya, Pat,  tenía planeado hacerle una entrevista a la madre Teresa de Calcuta. Mientras conversaban, antes de comenzar la entrevista, Pat le dijo: “Madre Teresa, ¿hay algo que yo pueda hacer para ayudar a su causa? ¿Puedo ayudarla a conseguir dinero o darle alguna publicidad?”.

La madre Teresa contestó: “No, Pat, no necesitas hacer nada. Mi causa no tiene nada que ver con la publicidad, y tampoco con el dinero. Se trata de algo mucho más elevado que eso”.

Pat insistió y dijo: “¿De veras madre, no hay nada que pueda hacer por usted? Me siento impotente”.

La respuesta de la madre Teresa fue: “Si realmente deseas hacer algo Pat, levántate mañana a las cuatro de la madrugada y sal a las calles de tu ciudad. Encuentra a alguien que viva en ellas y que crea que está solo, y convéncelo de que no lo está. Eso es lo que puedes hacer”. Esta es una persona conserje, quien es capaz de entregar todo a los demás y en cada uno de los días de su existencia.

Tengo la ilusión de que cada vez más, un número más abundante de personas, adquieran esta Nueva Conciencia y vivamos entregados a esta misión de vida. Si has llegado hasta este nivel de tu lectura, casi puedo apostar de que tú eres alguien así.

Al ayudar a otros a saber que no están solos, ayudarles a saber que ellos también tienen un espíritu divino en su interior, independientemente de las circunstancias de su vida, es como avanzamos otro escalón más en nuestro desarrollo adulto y nos acercamos más a la manifestación de nuestro verdadero yo, nos adentramos a la...


Continuará...

Del Taller de Autoestima de Juan Carlos Fernández. Capitulo 77 Volumén 2