Todo Depende parte 1/2


"Nada es verdad, ni es mentira,todo es según el color del cristal con que se mira.
Refrán popular

¿Qué es el tiempo? Debido a las creencias que tengo, confío en que existe una verdad absoluta. Pero me alegra enor­memente saber que en el plano existencial en que nos movemos, sólo existen verdades relativas. Lo anterior lo afirmo con alegría porque es extrema­damente sana la postura de saber lo relativo a nuestros juicios. Mire, cada vez que usted se sienta mal aproveche el poder que tiene una pers­pectiva y pregúntese: ¿Mal? pero ¿con respecto a qué? Ése es el enorme poder de una referencia: que la podemos mover a nuestra propia conve­niencia para mejorar la calidad de nuestras vidas.

Si se siente muy pasado de peso, muy obeso, pues ese "muy" se compara con algo, para ser calificado así. Si considera que sus finanzas son ta­les que lo hacen sentir pobre, pues basta con analizar con quién se está equiparando. Créame algo fundamental: Todo valor depende del refe­rente que tomemos.

"Un mismo texto admite un infinito número de interpretaciones." Friedrich Nietzche. Filósofo alemán

Las referencias son todas las experiencias que ha registrado en su sistema nervioso; todo aquello que ha visto, escuchado, tocado, probado u olido  y almacenado en el gigantesco archivo de su ce­rebro.  Algunos referentes los recogemos conscientemente y otros de manera inconsciente. Algunos resultan de experiencias que ha tenido uno mismo, mientras que otros consisten en in­formación que se ha aprendido, leído, visto, es­cuchado de los demás; todas sus referencias al igual que sucede con toda experiencia se han vis­to algo distorsionadas, difuminadas y generaliza­das en el momento de registradas en su sistema nervioso. De hecho también tenemos referentes para cosas que nunca han ocurrido: cualquier co­sa que haya imaginado alguna vez también queda almacenada en su cerebro como un recuerdo que puede llegar a funcionar como referencia. Mu­chas de ellas se organizan en su mente para apo­yar creencias, y de aquí la enorme importancia de aquéllas. De paso está decir el concepto que entiendo como creencia: un sentimiento de certi­dumbre acerca de lo que significa algo. Así es como empezamos a tejer "nuestra realidad".
In­sisto, me alegra enormemente compartir con us­ted este concepto. ¿Sabe por qué? Porque en usted radica la gran fuerza para decidir el signifi­cado que tienen las cosas, y lo puede hacer me­diante el uso consciente de sus referentes.

Una gran desgracia en la vida, como darse cuenta de que su pareja le fue infiel, perder a un hijo, padecer una grave enfermedad, haber sido expulsado de una casa de estudios o reprobado en la escuela, etcétera, puede ser vista como cala­midad o como auténtica bendición. Todo depen­de.

Créamelo, por más desdicha que perciba de alguna circunstancia, en usted permanece el pri­vilegio de elegir el parámetro desde el cual mi­raría y, así, calificaría y sentir una auténtica desgracia o sentirse afortunado por la oportuni­dad de mejora que alcanzó a observar en esa si­tuación. Disponemos de referentes suficientes para apoyar cualquier idea que deseemos: tener confianza en nosotros o ser débiles, preocupar­nos por los demás o ser egoístas. La clave para mejorar la calidad de nuestras vidas consiste en expandir las referencias propositivas de que dis­ponemos. Busque conscientemente las situacio­nes que expandan su sentido de importancia y gran valía, conocimientos de quién es y qué grandes obras es capaz de realizar. Organice sus referencias de forma que lo capaciten.

Durante muchos años he conocido a muchas personas que se quejan de grandes decepciones amorosas, conflictos de identidad, depresiones, frustraciones, etcétera. Lo que he podido aprender es que mucha gente siente tener plena certeza de qué le pasa, sin darse cuenta de que lo hace siempre por me­dio de una comparación.

Mi madre, desde que yo era muy pequeño, me decía que eran muy malas las comparaciones; sin embargo, cuando crecí y empecé a entender más el comportamiento humano, me di cuenta de que una persona siempre emite un juicio, llevando inherentemente una comparación. Es más le aseguro que son más graves que un golpe físico, esto último se le quita rápido, pero las marcas emocionales pueden durar el resto de la vida.

Un juicio es aquella facultad del entendimiento en cuya virtud la persona puede distinguir (comparar) el bien del mal y lo verda­dero de lo falso. Ésa es la definición que nos pro­porciona el diccionario en su primera acepción. Una vez que entendí esto, concluí que si cada vez que hablamos estamos emitiendo un juicio, pues ¡siempre comparamos! Entonces, si toda analo­gía es mala, siempre que hable alguien, está mal. ¿Qué le parece este sofisma? ¿Se imagina si fue­ra verdad? ¡Caray! Yo mismo como conferen­ciante estaría perdido. Entonces aclaremos algo: en definitiva, las comparaciones no son malas, son necesarias para emitir todo juicio de valor.

Pero creo que mi madre (al igual que muchas otras) quiso enseñarme que toda referencia que sirva para valorarnos como inferior a algo o a al­guien, es mala.

La fuerza de una referencia es una auténtica fábrica de nuestras vidas. Con base en ello, armamos opiniones, juicios e, incluso, llegamos a ver algo "como verdad". Por ello, una de las co­sas más valiosas que hacen por nosotros consiste en proporcionamos un sentimiento de certidum­bre. Sin éste viviríamos llenos de dudas y temores. ¿Le perturbaría que de repente, mientras lee esta reflexión, el monitor de su computadora empeza­ra a levitar? O bien, ¿qué pasaría si de repente la lectura que tiene en sus manos se desvanece en el aire y desaparece ante sus ojos? Lo más seguro es que sienta temor y éste aparecería por no dis­poner de ninguna referencia al respecto. No ten­dría ni la menor idea de cómo interpretar lo que eso pudiera significar. ¿Por qué un bebé es capaz de meter la mano en un cenicero y tomar una co­lilla llevándosela a la boca? Lo hace porque "no conoce" ningún referente que le diga que eso es malo para él (por cierto, muchos adultos tampoco han podido llegar a esa conclusión).

Continuará...

Del Taller de Autoestima de Juan Carlos Fernández. Capitulo 63 - Volumén 2