La ley del Amor Parte I



¿Cuál es, según tu criterio, la aspiración más importante del ser humano?
Alcanzar la felicidad verdadera y duradera.


¿Cuál es el secreto para alcanzar la felicidad?
Amar, pero no es ningún secreto. Cada espíritu, es decir, cada ser humano conoce, intuye que necesita amar para ser feliz. Todo su proceso evolutivo gira en tormo a ese objetivo, desarrollar la capacidad de amar para ser feliz.


¿Cuál es el camino a seguir? ¿Quiero decir, si queremos avanzar en el amor, por dónde empezamos?
El camino empieza por uno mismo y continúa con los demás. Es decir, que hay que amarse a uno mismo para poder amar a los demás.


Y si cada ser humano intuye ese camino, ¿por qué no lo hemos conseguido alcanzar todavía? Mi impresión es que hay muy poca gente en el mundo que pueda decir que es feliz.
No penséis que es un camino sencillo ni breve. En el proceso de amarse a uno mismo y de amar a los demás hay diferentes etapas que hay que recorrer para poder llegar a la meta final, que sería el amar incondicionalmente a cualquiera como a uno mismo. Jesús resumió esto mismo en un mensaje muy sencillo pero profundo cuando dijo: "ama al prójimo como a ti mismo". Es un camino que implica vivir muchas experiencias a través de encarnar innumerables veces. El trabajo es doble. Por un lado tenemos el desarrollo de los sentimientos y por otro el de la eliminación del egoísmo. Anteriormente hablamos de los diferentes niveles de egoísmo desde el punto de vista espiritual, de las etapas de la vanidad, del orgullo y la soberbia, y cómo se manifiesta el egoísmo en cada una de estas etapas. Ahora me gustaría que profundizáramos en el desarrollo de los sentimientos, de cómo éstos se van desarrollando paulatinamente desde uno mismo hacia los demás, empezado por los más allegados hasta los que no tienen ningún vínculo especial con nosotros. Hablaremos del amor de pareja, el amor en el seno de las familias (entre padres e hijos) y en las relaciones humanas y sociales. Analizaremos también cómo el egoísmo se infiltra entre los sentimientos y los adultera, causando verdaderos estragos, confundiendo a los seres humanos y apartándoles del camino del amor y de la felicidad. El egoísmo es el mayor enemigo del desarrollo del amor y tiene muchas ramificaciones. Si no las conocemos podemos torcer nuestra evolución hasta el punto de que podemos llegar a creer que estamos amando, cuando en realidad estamos dejándonos llevar por formas de egoísmo disfrazadas de amor, como si fuera un lobo cubierto con piel de cordero.


¿Pero qué es amarse uno mismo?
Actuar con libertad de sentimiento, es decir, reconocer las necesidades afectivas propias y los sentimientos y pasar a desarrollarlos para que sean el motor de la vida, para que las decisiones importantes de la vida sean tomadas de acuerdo con esos sentimientos.


¿Qué es amar a los demás?
Sentir a los demás como a uno mismo. Cuando uno siente al otro como a sí mismo, siente la felicidad del otro tanto como la suya propia y percibe el sufrimiento del otro como si fuera el suyo propio. Cuando una persona ama a los demás desea la felicidad de los demás tanto como la suya propia y se esfuerza tanto por ayudarles a alcanzar esa felicidad como para que sus acciones no les perjudiquen ni generen sufrimiento.


¿Y de dónde viene el sufrimiento?
El sufrimiento puede venir como consecuencia de las acciones egoístas de los demás, o como consecuencia del egoísmo propio. Es decir, que a veces se sufre porque somos víctimas de actos egoístas de los demás, mientras que otras veces nuestra propia actitud egoísta hace que juzguemos los actos de los demás equivocadamente, culpándoles de nuestro sufrimiento, cuando en realidad sufrimos porque los demás no actúan conforme esperamos o exigimos de ellos. También se sufre cuando una persona reprime sus sentimientos y no vive de acuerdo con ellos, sino en contra de ellos. Esta última es la causa de un sufrimiento más intenso.


¿Cómo podemos saber si sufrimos como consecuencia de los actos de los demás o si es consecuencia de nuestras propias actitudes?
Siendo sinceros con nosotros mismos. Sin sinceridad no puede haber avance, pues ocurrirá que en vez de reconocer la realidad tal y conforme es y cambiar nuestra forma de actuar de acuerdo a ese reconocimiento, la deformaremos para justificar nuestros actos egoístas, para justificar los actos egoístas de los demás, o para justificar la represión de nuestros sentimientos.


¿Cómo podemos saber si los demás sufren como consecuencia de nuestros actos o no? ¿No puede ocurrir que generes sufrimiento en los demás aunque no sea tu intención hacerles daño? ¿Qué hay que hacer en estos casos?
Hay que distinguir de dónde viene el sufrimiento, antes de decidir si es consecuencia de nuestros actos egoístas o de nuestra actitud represiva con los sentimientos, o si es consecuencia del egoísmo de los demás. Hay ciertos sufrimientos que no podemos evitar a los seres amados, que son aquellos que aparecen en su vida como consecuencia de su propio egoísmo, porque se enfrentan a las consecuencias dolorosas de sus actos egoístas del pasado. En estos casos lo mejor que podemos hacer por ellos es aconsejarles lo mejor posible para que tomen conciencia de que el sufrimiento puede ser consecuencia de sus propias actitudes egoístas, y de que tomen buena nota de la experiencia que están viviendo para no generar ellos mismos ese sufrimiento en los demás. Hay sufrimientos que aparecen al enfrentarse a alguna prueba dura que eligieron antes de encarnar, y esta prueba forma parte de su proceso de aprendizaje espiritual. En estos casos se puede reconfortar a la persona que está viviendo ese momento y darle ánimos y esperanzas para que se sienta con fuerzas para superar esa prueba, haciéndole ver que esa prueba tiene un significado y que si la supera conseguirá avanzar espiritualmente.


Pongamos el caso de que otra persona nos ha hecho saber que le estamos haciendo sufrir ¿Cómo debemos afrontar esa situación?
Con sinceridad y realismo. Analicemos primero nuestra actitud hacia esa persona, si reconocemos egoísmo de nuestra parte o no. Si reconocemos una actitud egoísta de nuestra parte que causa perjuicio o sufrimiento al otro, nos corresponde a nosotros modificar nuestra actitud egoísta. La toma de conciencia de nuestras actitudes egoístas forma parte del aprendizaje espiritual, pues en muchas ocasiones se actúa egoístamente sin conciencia de que ese egoísmo provoca daño en los demás. Por eso nos resulta necesario vivir las consecuencias de nuestros actos para tomar conciencia del sufrimiento que hemos generado. También puede darse el caso de que la otra persona sufra porque existe en nosotros una represión de nuestros sentimientos de amor hacia ella, porque la represión del sentimiento no daña sólo a uno mismo, sino también a los demás. Es decir, que sufren por privación de amor. También deberíamos analizar la posibilidad de que el sufrimiento de esa persona no esté causado por nuestro egoísmo sino por el suyo propio, es decir, que se trate de una falsa apreciación de la realidad por parte de la otra persona. En este caso, su propia actitud egoísta le hace percibir injustamente nuestra actuación como egoísta, porque no se ha visto satisfecha en sus expectativas o porque no hemos actuado conforme esperaba o exigía de nosotros.


En este último caso, ¿deberíamos satisfacer al otro en sus exigencias? Quiero decir, ¿deberíamos darle lo que espera de nosotros para evitarle el sufrimiento?
Utilizad el sentido común y evaluad si lo que se pide de vosotros es justo y honesto y está en vuestra mano o en vuestra voluntad el realizarlo o no. En cualquier caso no puede ser exigido, porque la exigencia en sí misma ya es un acto de egoísmo. A lo sumo ha de formularse como una petición en la que exista la posibilidad de decir no sin que haya ningún tipo de represalia, de lo contrario se trataría de una vulneración del libre albedrío. En cualquier caso no es bueno obligarse a hacer cosas sin sentirlas sólo por complacer a los demás. Si se renuncia a la voluntad o a la libertad propia, lo único que conseguimos es sufrir inútilmente, pues ni avanzamos nosotros ni ayudamos al otro a avanzar. Sólo satisfacemos su egoísmo. Por poner un ejemplo, sería un esfuerzo tan inútil como el de aquel que se carga a las espaldas a otra persona que finge estar coja y que puede caminar perfectamente. En este caso se complace al otro a base de realizar un sobre esfuerzo innecesario, pues lo que nosotros hacemos por él lo puede hacer por sí mismo.


Pero hay personas que opinan que si quieres a alguien has de sacrificarte por él, es decir, que anteponen la felicidad del ser amado a la suya propia. ¿Qué opinas de esto?
Que es un error pensar de esta manera. La felicidad de una persona no puede sustentarse en el sufrimiento de otra. Sería injusto por parte del mundo espiritual pedir a nadie que renunciara a su derecho a la felicidad. Todos los seres espirituales tienen derecho a ser felices, sin que esto suponga una merma en el derecho de los demás. Por eso no es justo renunciar a la felicidad propia por la de los demás, ni es justo exigir a los demás renuncias o sacrificios en beneficio de uno mismo. Lo que merma el derecho a ser felices es el egoísmo y no el amor. Lo que ocurre es que vosotros tenéis una concepción equívoca de lo que es el amor, pues vuestra forma de amar está en la mayoría impregnada de egoísmo, y por eso creéis que para que los demás sean felices tenéis que hacer renuncias en vuestro propio derecho a ser felices, o creéis que tenéis derecho a exigir renuncias a los demás para poder ser felices. Por eso es importante el analizar muy bien nuestra forma de amar, para ir separando lo que son sentimientos de amor verdadero de lo que son manifestaciones egoístas. Así no os confundiréis realizando o pidiendo sacrificios y renuncias innecesarios.

¿Pero no es cierto que a veces es necesario renunciar a ciertas cosas en beneficio de los seres amados?
Pues depende de qué entendáis vosotros por renuncias. Renunciar al egoísmo por amor es algo bueno. Lo que no tiene sentido es renunciar al amor por amor.


No entiendo lo que quieres decir exactamente. ¿Algún ejemplo para aclararlo?
Imagina el caso de una pareja materialista que se está planteando tener hijos. El hecho de tener hijos lo pueden vivir como una renuncia a satisfacer sus caprichos materiales, porque ahora han de hacer frente a la manutención de los hijos, o pueden vivirlo como una renuncia a tiempo de ocio, pues ahora también parte de su tiempo habrán de dedicarlo a sus hijos. Si lo viven como una renuncia es porque predomina el egoísmo sobre el amor, porque valoran mucho la posesión material y la comodidad y valoran poco los sentimientos. Si por el amor a sus hijos se esfuerzan en ser menos caprichosos será algo bueno para ellos, pues lo que se pierde lo pierde el egoísmo, y lo que se gana lo gana el sentimiento. Otro caso bien distinto es el de la mujer que por tener un hijo en común con un hombre se obliga a vivir con él sin amarlo, y que ama a otro, porque considera que es lo mejor para su hijo, condenándose a una vida de sufrimiento. Esta es la persona que equivocadamente renuncia al amor por amor, porque renuncia a su libertad de sentimiento creyendo equivocadamente que esto va a favorecer la felicidad de su hijo.


Este ejemplo que acabas de poner me hace reflexionar sobre la cantidad de situaciones diferentes que se pueden dar y lo difícil que es poder analizarlas todas con claridad y saber lo que hacer en cada una de ellas sin confundir los sentimientos con el egoísmo. Has comentado el tema de las relaciones de pareja y el de las relaciones con los hijos. Creo que analizar estas situaciones que se dan dentro de las relaciones personales de forma exhaustiva nos sería muy útil a todos, a mí el primero, porque creo que a casi todo el mundo le atañen y creo que muchas personas sufren como consecuencia de no saber  afrontarlas con claridad de conciencia espiritual. Se podría escribir un libro sólo con ello.
Bueno. Estamos aquí para intentar aclarar todo eso. Es cierto que la mayoría del sufrimiento emocional del ser humano tiene que ver con las relaciones personales, empezando por las relaciones de pareja y las relaciones familiares (entre padres e hijos, hermanos etc). Por eso es bueno que las tratemos de forma exhaustiva. ¿Por dónde quieres que empecemos?



Si puedo elegir, yo empezaría por las relaciones de pareja.

Pues adelante. Pregunta, que soy todo oído.


Continuará...

Extracto del libro  "La ley del amor" - Las Leyes Espirituales II de  Vicent Guillem